El Duende de las Montañas
Érase una vez, en un pequeño pueblo rodeado de imponentes montañas, un duende llamado Gorito. Gorito era un duende muy especial, pequeño de estatura pero grande de corazón. Vivía en una hermosa cueva llena de cristales de colores, donde siempre estaba dispuesto a ayudar a sus amigos del bosque. Sin embargo, Gorito tenía un gran sueño: quería ser un héroe.
Un día, mientras exploraba las montañas, escuchó un llanto que provenía de un arbusto. Al acercarse, encontró a una pequeña ardilla llamada Rita, que estaba muy asustada.
"¿Qué sucede, Rita?" - preguntó Gorito.
"He perdido a mi familia y no sé cómo volver a casa. ¡Ayúdame, por favor!" - respondió la ardilla, con los ojos llenos de lágrimas.
Gorito, con su corazón lleno de valentía, decidió acompañar a Rita en su búsqueda.
"No te preocupes, yo te ayudaré. Juntos encontraremos a tu familia" - dijo el duende con una sonrisa.
Mientras recorrían el bosque, se encontraron con un viejo búho llamado Don Pablo, que siempre sabía mucho sobre el lugar.
"Hola, Gorito y Rita, ¿qué los trae por aquí?" - preguntó el búho con curiosidad.
"Rita ha perdido a su familia y estamos buscando ayuda" - explicó Gorito.
"Pueden intentar buscar en el río. A menudo, las ardillas vienen a beber agua. ¡Suerte!" - aconsejó Don Pablo.
La determinación de Gorito y Rita creció. Se dirigieron al río, pero allí no había señales de la familia de la ardilla. En su lugar, encontraron un grupo de animales asustados: un ciervo, un conejo y una familia de patos.
"¿Qué les pasa?" - preguntó Gorito, preocupado.
"Un gran derrumbe ha bloqueado el camino hacia el otro lado del bosque. Todos están atrapados y no podemos llegar a casa" - explicó el ciervo angustiado.
Gorito vio cómo todos estaban preocupados y se dio cuenta de que, si se quedaba solo buscando a la familia de Rita, no podrían ayudar a esos animales.
"Rita, ¿qué tal si ayudamos a los demás primero?" - sugirió el duende.
"Tienes razón, Gorito. La amistad y la valentía son más importantes. Primero ayudemos a los demás" - respondió Rita, sintiéndose inspirada por la nobleza de su amigo.
Juntos, fueron con los animales hacia el lugar del derrumbe.
"¿Cómo podemos ayudar?" - preguntó Gorito, mirando el gran montón de piedras.
"Hay que retirarlas una a una" - dijo el conejo, un poco temeroso.
"¡Podemos hacerlo!" - exclamó Gorito.
"¡Sí! ¡El trabajo en equipo siempre funciona!" - añadió Rita con entusiasmo.
Con mucho esfuerzo, comenzaron a mover las piedras. Al principio, parece que no avanzarían, pero pronto, con la ayuda de cada uno, las rocas comenzaron a ceder. Luego de mucho trabajo y risas, las ganas de ayudar nunca flaqueaban, lograron despejar el camino.
"¡Hurra! ¡Lo logramos!" - gritaron todos, abrazándose y llenos de alegría.
Cuando los animales pudieron cruzar, Rita, que había estado buscando a su familia en medio del caos, vio a su mamá a lo lejos.
"¡Mamá! ¡Estoy aquí!" - gritó, corriendo hacia ella. La mamá ardilla la abrazó con fuerza muy agradecida.
"¡Gracias, Gorito! ¡Eres un verdadero héroe!" - dijo la mamá ardilla.
"No lo hice solo. Todos fuimos héroes hoy" - respondió Gorito modestamente.
Al final del día, la amistad, la valentía y decidir ayudar a los demás habían hecho de un simple duende un verdadero héroe.
"Hoy aprendí que un héroe no es solo quien lucha, ¡sino también quien ayuda!" - dijo Gorito, feliz con su nuevo aprendizaje.
"Gracias por enseñarme eso, Gorito. Nunca olvidaremos este día" - dijo Rita con una gran sonrisa.
El duende había cumplido su sueño, pero se dio cuenta de que lo más valioso no era ser reconocido, sino tener amigos y saber que juntos podían superar cualquier obstáculo. Y así, Gorito continuó ayudando a sus amigos, convirtiéndose en el duende más querido de las montañas.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.