El duende de las palabras mágicas



Había una vez una niña llamada Emma, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Sus padres, el papá Ezequiel y la mamá Daniela, siempre le enseñaban cosas nuevas y emocionantes.

Un día, decidieron enseñarle a escribir usando renglones. Emma estaba emocionada por aprender algo nuevo y comenzó a practicar su escritura todos los días. Con cada letra que trazaba en el papel rayado, se sentía más segura y feliz.

Pronto, se dio cuenta de que podía crear sus propias historias fantásticas. Un día, mientras Emma estaba sentada en su habitación rodeada de hojas blancas llenas de palabras mágicas, escuchó un ruido extraño proveniente del jardín.

Salió corriendo para ver qué era lo que pasaba y se encontró con un pequeño duende verde. "¡Hola Emma! Soy Tito el duende mágico", dijo el diminuto ser con una sonrisa traviesa en su rostro arrugado. Emma quedó sorprendida pero no tuvo miedo.

Se acercó al duende curiosa y le preguntó qué hacía allí. "Vine a verte porque he oído hablar de tus historias fantásticas", respondió Tito mientras saltaba sobre las hojas del césped.

Emma sonrió emocionada ante la idea de compartir sus historias con alguien más allá de su familia. Decidió invitar a Tito a entrar a su casa para mostrarle todas las creaciones que había hecho hasta ahora. El duende quedó maravillado al leer las aventuras imaginarias que Emma había escrito.

Juntos, comenzaron a crear nuevas historias donde los unicornios volaban por el cielo y los dragones eran amigables. Emma descubrió que podía dar vida a cualquier cosa en su imaginación con solo un lápiz y papel.

Pero no todo era diversión y juegos. Un día, Emma se encontró con un bloqueo creativo. No sabía qué escribir y se sentía frustrada. Tito le recordó que todos los escritores pasan por momentos difíciles, pero lo importante es nunca rendirse.

Con el aliento del duende mágico, Emma superó su bloqueo creativo y continuó escribiendo historias maravillosas. Sus padres también la apoyaban en cada paso de su camino, animándola a seguir persiguiendo sus sueños.

Un día, Emma decidió compartir sus historias con otros niños del pueblo. Organizó una pequeña presentación en la biblioteca local y leyó algunas de sus mejores creaciones. Los niños quedaron fascinados con las aventuras coloridas e imaginativas que había creado.

Emma se sintió feliz al ver cómo sus palabras podían inspirar a otros niños a soñar y usar su propia imaginación. Se dio cuenta de que tenía un talento especial para contar historias y decidió convertirse en escritora cuando fuera grande.

Con el tiempo, Emma publicó libros llenos de sus cuentos fantásticos y se convirtió en una famosa escritora infantil.

Pero nunca olvidó la importancia de tener una familia amorosa como la suya, quienes siempre le enseñaron a perseguir sus sueños sin importar lo imposibles que parecieran. Y así, Emma vivió rodeada de palabras mágicas y aventuras increíbles, recordándole a todos que siempre hay una historia esperando ser escrita si solo nos atrevemos a usar nuestra imaginación.

FIN.

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