El duende del mar



Había una vez, en un pequeño pueblo costero, una hermosa casa llena de risas y sueños. En esa casa vivía un rey, no un rey de reinos lejanos, sino un rey de las buenas cenas. El rey, conocido como Rey Gastronómico, era famoso por preparar los platillos más deliciosos que se podían imaginar. Pero había un pequeño problema: el rey no podía disfrutar de sus propias cenas sin un invitado especial.

Un día, mientras preparaba un suculento banquete, su fiel sirviente, un mendigo llamado Tobi, le dijo:

"Su Majestad, ¿no sería lindo invitar a alguien a compartir esta cena?"

El rey sonrió y respondió:

"Tienes razón, Tobi. Pero, ¿a quién podríamos invitar?"

Justo en ese momento, un pequeño duende apareció danzando sobre la mesa.

"¡Yo quiero venir! Soy un duende del mar y conozco los secretos de este lugar. ¡Las mejores cenas deben compartirse!"

Tobi y el rey se miraron asombrados.

"¿Un duende del mar?" - dijo Tobi.

"Sí, sí!" - contestó el duende con una sonrisa brillante.

"Mi nombre es Burbuja. Vengo a ofrecerles una cena que nunca olvidarán."

Intrigados, el rey y Tobi aceptaron la invitación de Burbuja.

"¿Qué tienes en mente, pequeño amigo?" - preguntó el rey.

"Vamos al mar, ahí encontrarán ingredientes mágicos que transformarán su cena en un festín inolvidable!"

Sin pensarlo dos veces, el rey y Tobi siguieron al duende hacia la playa. Caminando por la orilla, llegaron a un lugar donde las olas susurraban secretos y los delfines saltaban alegremente. Burbuja guiñó un ojo y dijo:

"¡Aquí es donde recogemos los ingredientes más frescos!"

Burbuja tocó el agua con su varita, y de repente, comenzaron a salir de las olas espaguetis de algas y camarones danzantes.

"¡Esto es increíble!" - exclamó Tobi.

"Pero... ¿cómo vamos a llevar todo esto a casa?"

Burbuja sonrió pícaramente.

"Con mi magia, todo es posible."

El duende agitó su varita, y los ingredientes comenzaron a flotar hacia la casa del rey. Al llegar, el rey se puso manos a la obra. Cocinó con alegría, mientras contaba anécdotas divertidas de sus banquetes anteriores.

Cuando la cena estuvo lista, el aroma llenó la casa y el corazón de todos.

"¡Es hora de disfrutar!" - dijo el rey.

"Tobi, ¿aún te acordás del día que intentamos hacer una sopa de pescados y terminamos con una explosión de burbujas?"

"¡Cómo olvidarlo, Mi Rey!"

Los tres se sentaron a la mesa, y la cena comenzó. Cada bocado era más delicioso que el anterior, y el duende, que a veces hacía travesuras con su comida, hizo que la velada fuese muy divertida.

"¡Este manjar está mágico!" - exclamó Tobi.

"¿Qué tienen esos camarones?" - preguntó el rey haciendo reír a todos.

La noche continuó llena de risas, y al final, Burbuja dijo:

"Me alegra compartir este momento. La amistad hace que todo sea más rico, ¡incluso las cenas!"

Desde entonces, el rey, Tobi y Burbuja eran inseparables. Juntos organizaron cenas para todos los habitantes del pueblo, compartiendo risas y buenos momentos. Y así, el rey comprendió que lo más importante de una cena no era la comida, sino la compañía.

Y colorín colorado, este cuento se ha terminado.

FIN.

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