El duende gigante y los tres cabritillos
Había una vez en un pequeño pueblo de la Argentina, un duende gigante llamado Gustavo, que vivía en las afueras, en un tupido bosque.
A pesar de su apariencia imponente, Gustavo era amable y gentil, y siempre ayudaba a los animales del bosque. Por otro lado, en el pueblo vivían tres cabritillos traviesos: Juanito, Martita y Carlitos, quienes siempre andaban en busca de aventuras.
Un día, los cabritillos decidieron adentrarse en el bosque, a pesar de las advertencias de su mamá. Al llegar, se encontraron con Gustavo y, asustados por su tamaño, comenzaron a burlarse de él. Esto entristeció mucho a Gustavo, quien se retiró a su cueva.
Los cabritillos continuaron explorando, pero se perdieron y no pudieron encontrar el camino de regreso al pueblo. Con el pasar de las horas, comenzó a oscurecer y los cabritillos se asustaron. En ese momento, Gustavo salió de su cueva y, al ver a los cabritillos en apuros, decidió ayudarlos.
Les indicó el camino de regreso al pueblo y los acompañó para asegurarse de que llegaran sanos y salvos. Al llegar al pueblo, los cabritillos se disculparon con Gustavo y le agradecieron por su ayuda.
A partir de ese día, se volvieron grandes amigos y compartieron muchas aventuras juntos. Los cabritillos aprendieron a no juzgar a los demás por su apariencia, y Gustavo comprendió que la amistad no conoce de tamaños.
Desde entonces, el pueblo y el bosque vivieron en armonía, gracias a la amistad entre el duende gigante y los tres cabritillos.
FIN.