El duende mágico de Mateo
Había una vez en un bosque encantado, un niño llamado Mateo que vivía en una pequeña casita hecha de ramas y hojas.
A Mateo le encantaba jugar con su pelota de colores brillantes, la cual había encontrado un día mientras exploraba el bosque. Un día, mientras jugaba afuera de su casita, la pelota de Mateo rodó hacia lo profundo del bosque. El niño corrió detrás de ella sin dudarlo, adentrándose en lugares donde nunca antes había estado.
Después de mucho caminar, finalmente encontró su pelota atrapada entre las raíces de un árbol enorme. "¡Oh no! ¿Cómo voy a sacar mi pelota de ahí?", se lamentó Mateo.
Justo en ese momento, escuchó una vocecita dulce que provenía del árbol. Era un duende amigable que vivía allí y se ofreció a ayudar a Mateo a recuperar su preciada pelota. "No te preocupes, amigo humano.
Con un poco de magia podré liberar tu pelota", dijo el duende con una sonrisa. Con un parpadeo y unas palabras mágicas, el duende logró desatascar la pelota y devolvérsela sana y salva a Mateo. El niño estaba asombrado por la magia del pequeño ser y le agradeció emocionado.
"¡Muchísimas gracias! ¡Eres increíble!", exclamó Mateo con alegría. El duende rió con gusto y le dio algunos consejos al niño antes de desaparecer entre los árboles:"Recuerda siempre ser valiente y amable en tus aventuras por el bosque.
La naturaleza es sabia y generosa con aquellos que la respetan". A partir de ese día, Mateo visitaba regularmente al duende del árbol para compartir sus historias y aprender más sobre el bosque encantado.
Descubrió plantas curativas, secretos escondidos y amigos sorprendentes que habitaban en cada rincón del lugar. Con el tiempo, Mateo se convirtió en un guardián del bosque junto al duende, protegiendo la flora y fauna con amor y dedicación.
Su casita se transformó en un refugio acogedor para todos los seres mágicos que necesitaban ayuda o compañía.
Y así, gracias a su valentía y bondad, el niño casita del bosque aprendió importantes lecciones sobre amistad, respeto por la naturaleza y magia verdadera que existe cuando abrimos nuestros corazones a lo desconocido. Y colorín colorado este cuento ha terminado... ¡por ahora!
FIN.