El duende motivador
Había una vez un morro llamado Juanito que era muy pajero. Pasaba todo el día en su cama, sin hacer nada más que mirar televisión y jugar videojuegos.
No le interesaban las tareas del hogar ni ayudar a sus padres con nada. Un día, mientras estaba acostado, escuchó un ruido extraño proveniente de su armario. Se levantó con curiosidad y abrió la puerta lentamente. Para su sorpresa, se encontró con un pequeño duende verde llamado Roco.
-¡Hola! -dijo Roco con una sonrisa-. Soy Roco, el duende de la motivación.
Juanito frunció el ceño y preguntó: "¿Motivación? ¿Qué es eso?"Roco explicó que la motivación era algo que nos impulsa a hacer cosas y lograr nuestros objetivos. Le dijo a Juanito que había venido para ayudarlo a superar su pereza y convertirse en una persona activa y productiva.
Al principio, Juanito no estaba convencido, pero Roco le prometió enseñarle divertidas lecciones sobre la importancia del esfuerzo y el trabajo duro. El primer desafío fue limpiar su habitación. Juanito siempre había dejado todo tirado por ahí, pero esta vez decidió intentarlo.
Con la guía de Roco, empezaron a ordenar juguetes, reagarrar ropa sucia y barrer el piso. Al finalizar, Juanito se dio cuenta de lo bien que se sentía tener un espacio limpio y organizado. "¡Increíble!" -exclamó Juanito-. Nunca pensé que podría hacerlo yo solo.
Roco sonrió y le dijo que eso era solo el comienzo. Juntos, emprendieron una serie de actividades: cocinar, hacer ejercicio, estudiar y ayudar en casa. En cada tarea, Juanito comenzó a descubrir sus habilidades ocultas y su potencial para lograr grandes cosas.
Un día, mientras caminaban por el parque, Juanito vio a un grupo de niños construyendo un enorme castillo de arena. Se acercó con curiosidad y les preguntó si podía unirse. "¡Claro!" -respondieron los niños entusiasmados-.
¡Necesitamos más manos! Juanito se puso manos a la obra y empezó a ayudar. Con cada cubo de arena que levantaba, sentía una satisfacción increíble. Al final del día, el castillo estaba terminado y todos lo admiraban.
Los niños felicitaron a Juanito por su trabajo duro y le dijeron que siempre sería bienvenido para jugar con ellos.
Ese momento fue un gran impulso para Juanito; se dio cuenta de que no importa cuán perezoso haya sido en el pasado, siempre hay tiempo para cambiar y convertirse en alguien mejor. Desde ese día en adelante, Juanito nunca volvió a ser pajero. Aprendió la importancia del esfuerzo y la motivación en todo lo que hacía.
Y aunque todavía disfrutaba de su tiempo libre viendo televisión o jugando videojuegos, ahora también encontraba tiempo para hacer cosas productivas e interesantes. Y así fue como el morro pajero se convirtió en un ejemplo inspirador para todos los demás niños del vecindario.
FIN.