El Duende Pequeñito
Había una vez en un bosque mágico un duende llamado Mino. Mino era un duende diminuto, más pequeño que los demás. Mientras que sus amigos eran altos y robustos, él apenas llegaba a la altura de una flor. A Mino le encantaba jugar, reír y explorar, pero había algo que lo entristecía: sus compañeros muchas veces se burlaban de él por su tamaño.
Un día, mientras todos los duendes estaban jugando al escondite, un duende alto y fuerte llamado Rocco se acercó a Mino.
"¿Qué haces aquí, Mino? ¡Tu tamaño es tan insignificante!" - dijo Rocco con una risa burlona.
Mino bajo la mirada, sintiendo que su corazón se encogía.
"Solo quiero jugar como ustedes" - susurró.
Los otros duendes comenzaron a reír.
"No puedes, eres demasiado pequeño para jugar en nuestro equipo" - agregó otra duendecita.
Mino decidió alejarse, triste y decepcionado. Se sentó bajo un árbol gigante y comenzó a llorar.
De repente, una anciana mariposa apareció y se posó junto a él.
"¿Por qué lloras, pequeño duende?" - preguntó la mariposa.
Mino respondió:
"Porque soy demasiado pequeño y mis amigos no quieren jugar conmigo. Siempre se están riendo de mí."
La mariposa sonrió,
"La belleza está en la diversidad. A veces, lo que parece una limitación puede convertirse en una gran ventaja."
Mino quedó pensando en las palabras de la mariposa. Entonces, decidió que no iba a rendirse.
Al día siguiente, tenía una idea en mente. Se reunió con sus amigos, y con un gran entusiasmo les dijo:
"¡Vamos a hacer una carrera en el bosque!"
Los otros duendes se miraron confundidos.
"¿Una carrera? ¿De qué estás hablando, Mino? No puedes competir con nosotros. Eres muy pequeño!" - dijo Rocco.
"¡Eso lo veremos!" - exclamó Mino con determinación.
La carrera se organizó, y todos los duendes se alinearon en la línea de salida. Cuando se dio la señal, los duendes salieron disparados, pero Mino tenía un plan. En lugar de seguir el sendero principal, tomó rutas más pequeñas, se deslizó por debajo de ramas y se escondió detrás de arbustos. Eso le permitió avanzar mucho más rápido que los otros duendes, quienes se quedaban atrapados en el camino.
Mino llegó primero a la meta y sus amigos quedaron asombrados.
"¡No puedo creerlo! ¡Mino ganó!" - exclamó una duendecita.
Rocco se acercó a Mino, avergonzado.
"Perdón, Mino. He sido un tonto. Tu tamaño no te hace menos valioso. En realidad, lo usaste a tu favor. ¡Eres realmente inteligente!"
Mino sonrió.
"Gracias, Rocco. Todos somos diferentes, y eso es lo que hace que nuestro grupo sea especial. Podemos aprender unos de otros."
Los otros duendes comenzaron a aplaudirlo.
"¡Eres nuestro héroe!" - gritaron todos.
Desde ese día, los duendes aprendieron a valorar las diferencias y a unirse en sus juegos. Mino se convirtió en un símbolo de la fuerza que trae la diversidad, y siempre compartía su alegría con los demás, recordándoles lo especial que era cada uno de ellos.
Y así, el pequeño duende aprendió que su tamaño no definía su importancia, y sus amigos comprendieron que a veces, lo que parece diferente puede ser la clave para lograr grandes cosas.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.