El duende travieso y los tres cabritos


En un pequeño pueblo encantado, vivían tres hermanos cabritos llamados Tito, Lola y Nico. Su vida transcurría felizmente en el campo, hasta que un día se toparon con un puente que conducía al otro lado del arroyo, donde habitaba un duende travieso.

El duende siempre había querido cruzar al pueblo, pero nadie se lo permitía por sus travesuras. Al ver a los cabritos, ideó un plan para lograr su cometido. Se acercó a Tito, el hermano mayor, y le dijo: "¡Hola amiguito! ¿A dónde van?"

Tito desconfiado preguntó: "¿Quién eres tú?"

El duende respondió con una sonrisa fingida: "Soy un duende amigable que solo quiere hacer nuevos amigos. Veo que quieren cruzar el puente, pero primero deben responder una adivinanza para poder pasar."

Los cabritos, emocionados por la idea de jugar con un duende, se acercaron más al puente. El duende les dijo: "Para cruzar el puente, deben decirme cuánto es 2+2."

Lola, la cabrita mediana, rápidamente respondió: "¡Cuatro!"

El duende, disimulando su desilusión, les dijo: "Muy bien, pero antes de cruzar, les propondré otro juego. ¿Qué les parece una carrera hasta el otro lado del puente? Si me ganan, podrán pasar sin problemas."

Sin pensarlo dos veces, los cabritos aceptaron el desafío. El duende, con su velocidad sobrenatural, logró llegar al otro lado del puente antes que los cabritos. Una vez allí, se burló de ellos diciendo: "No pueden vencer a un duende. ¡Ahora vuelvan a su lado del puente!"

Los cabritos, tristes y enfadados, no demostraron que estaban derrotados. Decidieron idear un plan para vencer al duende. Buscaron la forma de distraerlo, y en ese justo momento apareció el viejo perro del pueblo, que conocía muy bien al duende. El perro le preguntó al duende: "¿Por qué no juegas a esconderte y buscar? Si tú ganas, podrás quedarte en el pueblo para siempre."

El duende emocionado aceptó el juego, sin darse cuenta de que los cabritos habían cruzado sigilosamente el puente mientras él se distraía. Finalmente, llegaron al otro lado del puente y el duende se dio cuenta de que los cabritos lo habían engañado. Desde ese día, el duende aprendió que las travesuras no llevan a nada bueno, y los cabritos entendieron que la astucia y la cooperación son la mejor arma contra la maldad.

Y así, los hermanos cabritos lograron cruzar el puente y llevaron al duende al pueblo, donde todos juntos vivieron felices para siempre.

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