El duende y el traje mágico



En lo profundo del bosque encantado vivían las hadas y los duendes visjes. Cada año, celebraban una gran fiesta llena de música, bailes y diversión. Pero este año, algo inesperado sucedió.

Todo comenzó cuando las hadas estaban preparando la fiesta en el claro del bosque. Decoraron los árboles con luces brillantes y colocaron mesas llenas de deliciosos postres. Estaban emocionadas por pasar un día maravilloso junto a sus amigos duendes visjes.

Sin embargo, mientras las hadas se ocupaban de la decoración, uno de los duendes visjes llamado Tomás estaba triste porque no tenía un traje adecuado para la ocasión. Sus ropas estaban viejas y desgastadas.

Tomás era un duende muy tímido y siempre se sentía incómodo en medio de mucha gente. No quería llamar la atención ni ser el centro de atención en la fiesta. Pero al ver a todos los demás duendes vestidos con hermosos trajes coloridos, sintió que no encajaría.

Las hadas notaron que Tomás parecía apenado y decidieron acercarse a él para preguntarle qué le pasaba. "Hola Tomás, ¿qué te ocurre? Pareces preocupado", dijo Camila, una dulce hada.

Tomás bajó la cabeza y respondió tímidamente: "No tengo ropa bonita para usar en la fiesta". Las hadas se miraron entre sí con complicidad y luego sonrieron a Tomás. "¡No te preocupes! ¡Vamos a ayudarte!", exclamó Sofía, otra traviesa hada.

Las hadas se pusieron manos a la obra y buscaron en el bosque los materiales más hermosos para crear un nuevo traje para Tomás. Utilizaron hojas de colores, flores brillantes y pequeñas piedras preciosas que encontraron entre los árboles. Después de un rato, las hadas terminaron de confeccionar el traje.

Era maravilloso: brillante y lleno de vida, igual que Tomás. "¡Aquí tienes tu nuevo traje, Tomás! ¡Estamos seguras de que serás el duende más guapo en la fiesta!", exclamó Camila emocionada.

Tomás se miró en el espejo y no podía creer lo hermoso que se veía. Estaba lleno de alegría y gratitud hacia las hadas. La fiesta comenzó y todos los duendes visjes llegaron al claro del bosque.

Cuando vieron a Tomás con su nuevo traje, quedaron sorprendidos por su belleza. Todos bailaron al ritmo de la música mágica del bosque, riendo y disfrutando juntos. La timidez de Tomás desapareció mientras compartía risas y abrazos con sus amigos duendes visjes.

Al finalizar la fiesta, las hadas se acercaron a Tomás nuevamente. "¿Te divertiste, Tomás?", preguntó Sofía sonriendo. Tomás asintió con entusiasmo: "¡Sí! Fue una noche increíble. Gracias por ayudarme a sentirme especial".

Las hadas le recordaron que siempre sería especial sin importar cómo estuviera vestido. Lo importante era ser uno mismo y disfrutar de la compañía de los amigos. Desde aquel día, Tomás nunca volvió a sentirse incómodo en medio de mucha gente.

Aprendió que su belleza estaba en su interior y que la verdadera amistad no se basaba en cómo lucías por fuera.

Y así, en el bosque encantado, las hadas y los duendes visjes continuaron celebrando sus fiestas con alegría y amor, recordando siempre el valioso mensaje aprendido por Tomás: lo más hermoso está dentro de cada uno.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!