El duende y las mariposas de colores
Había una vez un duende muy pequeño llamado Tito, que vivía en una hermosa ciudad llena de color y alegría. Pero un día, algo terrible sucedió: la ciudad quedó abandonada y Tito se encontró solo y triste.
Caminaba sin rumbo por las calles vacías, con el corazón apretado y los ojos llenos de lágrimas. De repente, algo mágico sucedió. Un enjambre de mariposas de colores salió de entre los edificios y comenzó a volar a su alrededor.
Las mariposas revoloteaban con alegría, y sus alas brillantes llenaban el aire de vida y energía. El duende Tito, maravillado, se quedó observando a las mariposas, y poco a poco, la tristeza se fue disipando de su corazón.
- ¡Hola, pequeño amigo! - exclamó una mariposa azul brillante. - ¿Qué te pasa? - Estoy muy triste porque mi ciudad está abandonada y me siento solo -respondió Tito con una voz apagada.
- ¡No estás solo! ¡Nosotros estamos aquí! - gritaron las mariposas en coro. - Y juntos, vamos a encontrar la manera de devolverle la alegría a esta ciudad. Las mariposas, con su magia, guiaron a Tito a través de callejones y plazas, llevándolo a lugares que él nunca antes había explorado.
Descubrieron jardines ocultos donde las flores volvían a abrir sus pétalos, y fuentes que volvían a brotar agua cristalina. Cada rincón de la ciudad cobraba vida con la presencia de las mariposas. - ¡Wow! ¡Esto es increíble! - exclamó Tito, maravillado.
- ¿Cómo lo hicieron? - preguntó curioso. - Es sencillo - explicó una mariposa amarilla. - Todos tenemos la capacidad de traer alegría y vida a nuestro entorno. Solo necesitábamos que alguien nos mostrara el camino. Tito entendió el mensaje.
Aunque fuera pequeño, él también podía hacer la diferencia. Con la ayuda de las mariposas, empezó a limpiar y arreglar la ciudad abandonada, sembrando semillas, pintando murales y compartiendo historias de esperanza.
Poco a poco, la ciudad volvió a ser un lugar lleno de color y alegría. El duende Tito y las mariposas de colores se convirtieron en los guardianes de ese rincón especial, enseñando a todos que, con amor y solidaridad, cualquier lugar puede renacer.
La ciudad abandonada se transformó en un lugar mágico, donde todos aprendieron a cuidar y valorar lo que tenían. Y desde entonces, Tito y las mariposas siguieron viajando por el mundo, llevando su mensaje de esperanza y amor a cada rincón que visitaban.
FIN.