El Duendecillo y el Pino Mágico



Había una vez un pequeño duendecillo llamado Brico, que vivía en un hermoso bosque lleno de flores y animales amigables. A Brico le encantaba explorar cada rincón de su hogar, siempre buscando tesoros escondidos y aventuras nuevas. Su curiosidad era insaciable, y cada día se adentraba un poco más lejos en el bosque.

Un día, mientras caminaba por un sendero cubierto de hojas doradas, Brico descubrió algo extraordinario. Allí, en un claro bañado por la luz del sol, había un pino gigante decorado con esferas de colores brillantes y una estrella enorme que brillaba con una cantidad impresionante de luces.

"¡Wow! ¿Qué será esto?" - exclamó Brico, sus ojos se iluminaron de emoción.

Se acercó al pino, sintiendo una extraña energía en el aire. Decidió que debía llevarse esa maravilla a la ciudad cercana, donde así podría compartirla con los niños y adultos. Tal vez ellos no lo conocían, y esa esfera mágica podría traerles alegría.

Al llegar a la ciudad, Brico fue recibido con miradas curiosas. Como era un duendecillo pequeño, se sintió algo nervioso en medio de los humanos.

"¿Qué sos?" - preguntó una niña, asombrada.

"¡Soy Brico, y vengo a mostrarles algo mágico!" - respondió él, intentando sonar valiente.

Tras un momento de duda, los niños lo siguieron con entusiasmo. Brico los guió hasta la plaza, donde colocó la esfera y la estrella, que empezaron a brillar intensamente.

"¿Pueden ver esto?" - exclamó Brico, su voz llena de alegría.

Los adultos, atraídos por la luz, se unieron rápidamente a la multitud. Juntos, contemplaban el espectáculo de luces que daba vida a la noche. Las esferas y las luces comenzaron a danzar al ritmo de la música que los niños comenzaron a cantar. La atmósfera se llenó de risas y felicidad.

Sin embargo, pronto Brico notó algo extraño. Las luces de la estrella comenzaron a parpadear y luego se apagaron por completo. El pino dejó de brillar.

"¡Oh, no! ¿Qué está pasando?" - dijo Brico, con miedo en su voz.

"Tal vez necesite energía, algo especial para volver a brillar" - sugirió un niño llamado Lucas.

"¡Sí! Pero, ¿qué puede ser?" - preguntó Brico, preocupado.

Los niños comenzaron a pensar en conjunto. Recordaron que cuando se unen y comparten alegría, todo brilla más intensamente. Así que decidieron hacer una actividad juntos: todos se sentaron en el suelo y comenzaron a contarse historias sobre sus aventuras y sueños.

"Mientras más historias cuenten, más fuerte va a brillar el pino" - dijo una niña llamada Sofía.

Así, mientras cada uno compartía sus cuentos, el pino comenzó a cobrar vida. Primero un parpadeo débil, luego una explosión de color y luz. La estrella volvió a brillar, iluminando la plaza como nunca antes.

"¡Lo logramos!" - gritó Brico, emocionado.

La alegría y la energía de los niños habían devuelto la vida al pino mágico. Brico se sintió tan feliz al ver cómo su pequeño viaje había unido a todos. Al final de la noche, los padres de los niños también se unieron, aplaudiendo y bailando.

"Gracias, Brico, por traernos esta increíble experiencia. Nunca olvidaré este momento" - dijo Lucas, mientras daba un abrazo al duendecillo.

"Me alegra haber estado aquí. Recuerden, siempre que compartan, las cosas pueden brillar más" - respondió Brico, sonriendo.

Y así, Brico aprendió que la magia no solo vive en objetos vistosos, sino también en la unión y la diversión que compartimos con los demás. Cada vez que visitaba la ciudad, el pino mágico se llenaba de luces y risas, recordando a todos el poder de compartir alegría.

Desde entonces, Brico siguió explorando, pero ahora también regresaba a la ciudad y enseñaba a sus nuevos amigos a crear magia juntos, porque, después de todo, todos llevamos la chispa de la magia dentro de nosotros.

FIN.

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