El dulce camino de Jaime y Laura


Había una vez en la cocina de la casa de Laura, donde vivían muchos alimentos con vida propia. Entre ellos se encontraban Jaime, una galleta parlante muy simpática y divertida, y Laura, una gomita dulce y amigable.

Ambos disfrutaban mucho de sus días en la cocina, pero un día algo inesperado sucedió. Una tarde mientras charlaban junto al fregadero, Jaime le dijo a Laura:- ¿Sabes qué? Hoy me siento diferente. Creo que estoy listo para ser comido.

Laura se sorprendió al escuchar esto y exclamó:- ¡Pero Jaime! ¿Estás seguro de eso? ¡No quiero perderte! Jaime sonrió con ternura y respondió:- Sí, Laura.

Creo que es mi destino ser comido y así llevar alegría a quien me pruebe. A pesar de las dudas de Laura, Jaime estaba decidido. Por otro lado, Laura también había empezado a sentir un deseo extraño por ser comida. La idea de ser saboreada por alguien despertaba en ella emociones desconocidas.

Entonces, los dos amigos decidieron prepararse para cumplir sus destinos. Mientras caminaban hacia el horno para que Jaime fuera horneado y luego comido, fueron detenidos por Lucas, un niño curioso que estaba jugando en la cocina.

Lucas les preguntó asombrado:- ¿Qué están haciendo? ¿Por qué van hacia el horno? Jaime explicó con calma su decisión y Lucas lo escuchó atentamente.

Pero cuando llegaron al horno, Lucas detuvo el proceso y les dijo:- No puedo dejar que se cocinen ustedes mismos. ¡Eso no está bien! Jaime y Laura se miraron confundidos hasta que Lucas continuó:- En lugar de terminar en mi estómago, prefiero ayudarlos a encontrar un propósito más grande para ustedes aquí en la cocina.

Así fue como comenzó una nueva aventura para Jaime y Laura. Con la ayuda de Lucas, descubrieron cómo podían utilizar sus habilidades especiales para alegrar a todos los alimentos de la cocina.

Jaime contaba chistes para hacer reír a las frutas aburridas; Laura creaba puentes pegajosos para unir ingredientes diferentes en deliciosas recetas. Con el tiempo, Jaime y Laura se dieron cuenta de que su verdadero propósito era traer felicidad y unión a todos los alimentos del hogar.

Aprendieron juntos que no era necesario ser consumidos para tener valor; cada uno tenía dones únicos que podían compartir con los demás.

Y así, gracias a su amistad con Lucas y su determinación para encontrar un propósito más allá del consumo humano, Jaime la galleta parlante y Laura la gomita vivieron felices ayudando a todos los alimentos de la cocina a convivir en armonía.

Dirección del Cuentito copiada!