El dulce dilema de Tomi
Era una tarde soleada en el pueblo de Villa Dulce, donde Tomi, un niño de ocho años, no podía resistir la tentación de los dulces.
Cada vez que pasaba por la tienda de Doña Clara, sus ojos brillaban y su pancita pedía ese caramelo de manzana, o esas galletitas de chocolate. La señora Clara le decía:"Tomi, recordá que demasiado dulce no es bueno, podés quedarte sin dientes!". Pero Tomi solo se reía y respondía:"¡Pero son tan ricos!".
Lo que no sabía es que un día las cosas cambiarían. Luego de una semana de comer golosinas sin parar, se despertó con un gran dolor de panza. "¡Ay, no!" exclamó mientras pensaba en todos los dulces que había devorado.
El dolor lo llevó a casa de la abuela Rosa, una sabia mujer conocida por sus remedios naturales. "Abuela, me duele la pancita...", quejaba el pequeño mientras se retorcía.
La abuela, con una sonrisa, le dijo:"A veces los dulces son mejores cuando son compartidos y en pequeñas dosis, Tomi. La vida es como una caja de caramelos; se disfruta más cuando se saborea con calma y no se devora todo de un saque".
Desde ese día, Tomi aprendió a balancear su amor por los dulces, disfrutar de una golosina en vez de comer todo de una vez, y hasta comenzó a compartir con sus amigos.
Así, se convirtió no solo en un experto en dulces, sino también en la alegría de saborear la vida.
FIN.