El Dulce Misterio de Fabula Niño



En un colorido pueblo llamado Dulcelandia, vivía un niño llamado Fabula. Era un niño alegre, siempre con una sonrisa y lleno de energía. Pero había algo especial en Fabula: tenía una habilidad única para hacer dulces deliciosos. Su caramelo de frutilla era famoso en todo el pueblo, y todos los niños esperaban con ansias sus creaciones.

Un día, mientras Fabula estaba en su cocina creando un nuevo dulce, su amigo Pablo llegó corriendo.

"¡Fabula, Fabula! ¡¿Qué estás haciendo? !"

"Hola, Pablo. Estoy trabajando en mi nuevo caramelo de naranja. ¿Querés probarlo?"

"¡Sí! Siempre haces los mejores dulces."

Cuando Pablo probó el caramelo, su sonrisa se desvaneció.

"Sabe raro... ¿le pusiste un ingrediente diferente?"

"No, seguí la receta, pero no sé, quizás algo no salió como esperaba."

Fabula se preocupó al escuchar esto. Decidió salir a buscar respuestas. Salió de su casa y se fue a la tienda de su amiga Marta, la experta en ingredientes.

"¡Hola, Marta! Tengo un problema. Mis dulces no saben como antes, ¿podés ayudarme?"

"Claro, Fabula. Vamos a revisar juntos tu receta."

Marta y Fabula revisaron cuidadosamente cada ingrediente. Al llegar al azúcar, Marta se dio cuenta de algo inusual.

"Mirá, Fabula. Este azúcar es diferente. No es el que usás siempre. ¿De dónde lo sacaste?"

"Lo compré en el mercado la semana pasada. El señor del puesto me dijo que era de la mejor calidad."

"A veces, lo que parece bueno a simple vista puede no serlo. Te recomiendo que vuelvas a tu proveedor de siempre."

Fabula se desanimó, pero decidió seguir el consejo de Marta. Regresó al mercado y se encontró con el señor que le vendió el azúcar.

"Disculpame, señor. Me vendiste un azúcar que no me ayudó a hacer mis dulces ricos. No se parecen en nada a los que hacía antes."

"Lo siento, niño. A veces se comete un error en la tienda. Te voy a dar el azúcar auténtico sin costo. La calidad es esencial para hacer buenos dulces."

Fabula volvió a su casa con el nuevo azúcar y se puso a trabajar de inmediato. Esta vez, todo salió perfecto. Cuando compartió el caramelo con Pablo, su cara volvió a iluminarse.

"¡Es el mejor dulce del mundo, Fabula! ¿Qué hiciste diferente?"

"Sólo volví a la receta original. A veces, lo más sencillo es lo mejor."

Desde ese día, Fabula no solo hizo los dulces más deliciosos de Dulcelandia, sino que también aprendió una valiosa lección. Comprendió que la calidad de los ingredientes importa, y que siempre es bueno buscar la verdad en lo que hacemos.

Y así, Fabula Niño, el maestro de los dulces, siguió creando y disfrutando de su arte. Nunca olvidó que la honestidad y la dedicación son ingredientes tan importantes como el azúcar y la frutilla.

Y colorín colorado, este dulce misterio se ha acabado.

FIN.

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