El dulce regalo de Alice



Era una hermosa mañana de diciembre y Alice, una pequeña niña de 2 años, estaba llena de emoción por la llegada de la Navidad.

Miraba con alegría los regalos que había debajo del árbol, pero algo le preocupaba: no tenía nada para regalarle a sus queridos abuelos. Alice se sentó en el suelo con carita triste y sus ojitos llenos de lágrimas. Su mamá Valeria y su papá Marvin se acercaron rápidamente para consolarla.

"¿Qué te pasa, mi amor?", preguntó Valeria mientras acariciaba el cabello rizado de Alice. "Estoy triste porque no puedo darle ningún regalo a los abuelos", respondió Alice entre sollozos. Valeria y Marvin se miraron preocupados, pero luego sonrieron al tener una idea brillante.

"¡Ya sé cómo podemos ayudarte!", exclamó Marvin emocionado. "Vamos a preparar unas deliciosas galletas para los abuelos. ¡Será nuestro regalo especial!"Los ojos de Alice se iluminaron al instante.

Juntos fueron a la cocina y comenzaron a buscar los ingredientes necesarios para hacer las galletas más sabrosas del mundo. Mientras mezclaban harina, mantequilla y azúcar, Alice aprendió cómo usar diferentes utensilios de cocina como cucharas medidoras y batidoras.

Valeria le enseñó cómo romper huevos sin hacer un desastre y Marvin le mostró cómo amasar la masa con sus manitas pequeñas. El aroma dulce invadió toda la casa mientras las galletas se horneaban en el horno.

Alice estaba tan emocionada que no podía dejar de sonreír. Cuando las galletas estuvieron listas, Valeria y Marvin ayudaron a Alice a decorarlas con glaseado y chispitas de colores. Cada galleta era única y especial, como ellos mismos.

Con una caja llena de galletas en sus manos, la familia se dirigió a casa de los abuelos. El corazón de Alice estaba lleno de alegría al pensar en la sorpresa que les esperaba. Al llegar, los abuelos recibieron a su pequeña nieta con brazos abiertos y mucha emoción.

Cuando Alice les entregó la caja llena de galletas caseras, sus ojitos brillaban de felicidad. "¡Feliz Navidad, queridos abuelos!", exclamó Alice con una sonrisa radiante.

"¡Oh, qué hermosa sorpresa!", dijo el abuelo mientras tomaba una galleta y le daba un mordisco. "Están deliciosas". "¡Son las mejores galletas que he probado nunca!", añadió la abuela con entusiasmo. La familia compartió risas, historias y muchas más galletas aquella noche.

Las palabras "te quiero" resonaban en el aire mientras todos disfrutaban del verdadero regalo: el amor y la felicidad compartida entre ellos. A partir de ese día, cada año para Navidad, Alice junto a Valeria y Marvin preparaban las famosas galletas para compartir con toda la familia.

Y aunque los regalos materiales eran bonitos, lo más importante era estar juntos y demostrarse cuánto se amaban.

Y así, Alice aprendió que no importa cuántos regalos tengamos o demos, lo más valioso es el amor y la generosidad que mostramos hacia los demás. Y eso, queridos niños, es el verdadero espíritu de la Navidad. Fin.

FIN.

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