El dulce regalo de la generosidad



Había una vez, en un hermoso bosque de la Patagonia argentina, un oso llamado Benito. Benito era conocido por ser el oso más glotón de todo el bosque. Siempre estaba buscando comida para llenar su enorme barriga.

Un día, mientras caminaba por el bosque en busca de algo delicioso que comer, se topó con un panal gigante lleno de miel dorada y dulce.

Sus ojos brillaron de emoción al verlo y su estómago comenzó a gruñir aún más fuerte. Sin embargo, justo cuando Benito estaba a punto de hundir su hocico en el panal para disfrutar de toda esa rica miel, escuchó una pequeña voz proveniente del árbol donde estaba colgado el panal.

Era una abeja llamada Anita. "¡Detente, detente!" -dijo la abeja volando hacia él-. "Ese panal es nuestro hogar y nuestra comida. No puedes comértelo todo tú solo".

Benito miró a Anita con tristeza en sus ojos y respondió: "Pero tengo tanta hambre y la miel se ve tan deliciosa". Anita se acercó al oído del oso y le dijo: "Compartir es importante, Benito.

Si te comes todo el panal no quedará nada para nosotros ni para otros animales que también necesitan alimentarse". El corazón de Benito se llenó de comprensión al escuchar las palabras sabias de Anita. Él nunca había pensado en eso antes. "Tienes razón, Anita", dijo Benito reflexionando.

"No quiero ser egoísta y dejar a los demás sin comida. ¿Qué podemos hacer entonces?"Anita sonrió y sugirió: "Podemos compartir la miel, Benito. Si tú disfrutas de un poco y luego dejamos que otros animales también se deleiten con ella, todos estaremos felices".

Benito asintió emocionado por la idea y juntos buscaron una forma de dividir el panal en partes iguales. Poco a poco, fueron llegando otros animales del bosque como el zorro astuto, el pájaro cantor y hasta un pequeño ratón.

Cada uno tomó su parte de miel y saborearon ese dulce manjar con alegría. Benito estaba feliz al ver cómo todos compartían y disfrutaban juntos. A partir de ese día, Benito aprendió una valiosa lección sobre la importancia de compartir.

Ya no solo pensaba en sí mismo cuando encontraba comida, sino que siempre buscaba la forma de compartirla con los demás animales del bosque.

El bosque se convirtió en un lugar más armonioso gracias a la generosidad y amabilidad de Benito. Todos los animales lo admiraban por su cambio y él se sentía orgulloso de haber aprendido esa importante lección.

Y así, el oso glotón se convirtió en el oso más querido del bosque, todo porque entendió que compartir es mucho mejor que comer solo. Desde aquel día, cada vez que veía un panal lleno de miel recordaba las palabras sabias de Anita: "Compartir es importante". Y eso lo hacía muy feliz. Fin

FIN.

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