El dulce viaje de Pirulita


Había una vez, en un hermoso jardín encantado, donde vivía el hada Pirulita. Ella era conocida por su dulzura y amabilidad hacia todos los seres que habitaban allí.

Un día, mientras volaba entre las flores y los árboles, se dio cuenta de que los higos estaban escaseando. - ¡Ay, ay! - exclamó Pirulita preocupada-. Los niños del jardín están esperando ansiosos su dulce de higos con la leche. Pero no hay suficientes higos para hacerlo.

Pirulita sabía lo importante que era este ritual diario para los niños. El dulce de higos les daba energía y alegría para pasar el día jugando y aprendiendo en el jardín. Sin él, algo faltaba en sus corazones.

Decidida a solucionar este problema, Pirulita emprendió un viaje a través del bosque mágico en busca de más higos. En su camino se encontró con diversos personajes como duendes juguetones, animales parlanchines y hasta una bruja amigable llamada Margarita.

- Hola Pirulita - saludó la bruja Margarita con una sonrisa-. ¿En qué puedo ayudarte hoy? - Hola Margarita - respondió Pirulita con gratitud-. Estoy buscando más higos para hacer dulce y tomar leche con los niños del jardín.

¿Sabes dónde puedo encontrarlos? Margarita pensó por un momento antes de responder. - Hay un viejo árbol de higueras al otro lado del río encantado - dijo Margarita-.

Dicen que sus higos son los más dulces y jugosos de todo el bosque. Pirulita agradeció a Margarita y se dirigió hacia el río encantado. Pero cuando llegó, se encontró con un problema inesperado: no sabía cómo cruzar el río. - ¡Oh no! - exclamó Pirulita preocupada-.

¿Cómo podré llegar al otro lado? En ese momento, apareció un sapo parlante llamado Saltarín. - ¡Hola Pirulita! - dijo Saltarín saltando en frente de ella-. Parece que necesitas ayuda para cruzar este río.

¿Puedo ayudarte? - ¡Claro, Saltarín! - respondió Pirulita emocionada-. Necesito llegar al otro lado para encontrar los higos del viejo árbol de higueras. Saltarín entonces dio un gran salto y se convirtió en una hoja gigante flotante.

Pirulita subió a la hoja y juntos cruzaron el río sin problemas. Al llegar al viejo árbol de higueras, Pirulita quedó maravillada por la cantidad de higos que había. Pero también notó algo triste: los frutos estaban demasiado altos para alcanzarlos.

En ese momento, apareció una familia de ardillas traviesas lideradas por Donatello, la ardilla más astuta del bosque. - ¡Hola Pirulita! - saludaron las ardillas en coro-. ¿Necesitas ayuda para bajar esos higos tan apetitosos? - Sí, Donatello - respondió Pirulita esperanzada-.

Si no bajamos estos higos, los niños del jardín no podrán disfrutar de su dulce. Donatello y las ardillas se unieron en un ingenioso plan.

Juntas, formaron una cadena humana para llegar a los higos más altos y bajarlos cuidadosamente uno por uno. Con los higos recolectados, Pirulita regresó al jardín encantado rápidamente. Allí, preparó el delicioso dulce de higos con mucho amor y cariño.

Los niños del jardín no podían creer lo que veían cuando Pirulita les sirvió el dulce con la leche. - ¡Mmm! - exclamaron los niños sorprendidos-. ¡Este es el mejor dulce de higos que hemos probado! Pirulita sonrió satisfecha al ver las caritas felices de los niños mientras disfrutaban su merienda.

Había aprendido una valiosa lección: cuando hay voluntad y trabajo en equipo, los obstáculos pueden ser superados.

Desde ese día en adelante, Pirulita siempre recordaría el valor de la colaboración y la importancia de mantener viva la magia del jardín encantado. Y así, todos vivieron felices compartiendo momentos mágicos llenos de amor y amistad.

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