El Duraznero Solidario de Manolo



Había una vez en un hermoso jardín, un árbol de manzanos llamado Manolo. Manolo siempre había sido muy feliz produciendo jugosas y deliciosas manzanas rojas para todos los animales del bosque.

Sin embargo, un día algo extraño sucedió: Manolo despertó con el deseo de producir duraznos en lugar de manzanas. Al principio, Manolo no sabía cómo lograrlo, pero estaba decidido a intentarlo.

Así que comenzó a investigar y descubrió que necesitaba la ayuda de la luna llena para realizar su transformación. Con determinación, esperó pacientemente a que llegara la noche de luna llena.

Cuando finalmente llegó esa noche mágica, Manolo se concentró con todas sus fuerzas y pidió al universo que le permitiera dar duraznos en lugar de manzanas. De repente, una luz brillante iluminó el jardín y Manolo sintió una energía cálida recorrer todo su ser.

Al amanecer, todos los animales del bosque se sorprendieron al ver que en lugar de manzanas colgaban hermosos duraznos maduros en las ramas de Manolo. "-¡Increíble! ¡Manolo ha logrado producir duraznos!" exclamaron asombrados. Manolo se sentía muy orgulloso y feliz de haber cumplido su deseo.

Los animales del bosque disfrutaron durante días de los dulces duraznos que les ofrecía generosamente. Pero la historia no termina aquí... Un día, una pequeña ardilla llamada Lola se acercó a Manolo con una expresión triste en su rostro. "-¿Qué te pasa, Lola?" preguntó preocupado el árbol.

"-Es que mi familia está construyendo un nuevo hogar y necesitamos muchas ramitas para terminarlo", respondió la ardilla con pesar.

Entonces, sin dudarlo un segundo, Manolo decidió sacrificar algunas ramas cargadas de duraznos para ayudar a Lola y su familia con la construcción de su hogar. Aunque le doliera perder parte de su cosecha, sabía que ayudar a los demás era más importante. Lola y su familia quedaron inmensamente agradecidos por el gesto tan generoso de Manolo.

Desde ese día, todos los animales del bosque aprendieron la valiosa lección de solidaridad y empatía gracias al ejemplo del árbol que quiso producir duraznos.

Y así, entre risas y gratitud, el jardín floreció aún más hermoso gracias al amor y bondad que habitaban en él.

FIN.

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