El Eco de la Amistad



Era una vez en un pequeño pueblo llamado Sonrisas, donde vivía un chico llamado Lucas. Lucas era conocido por ser muy astuto y siempre quería salir ganando en todo. Era inteligente y astuto, pero también un poco egoísta. Cuando sus compañeros necesitaban ayuda, él prefería darles la espalda y seguir con sus juegos.

Un día, mientras jugaba con sus amigos, escuchó a su compañera Sofía llorar. Ella había perdido su cuaderno de dibujos y estaba desesperada.

"¿Por qué lloras, Sofía?" - le preguntó Lucas, sin mucho interés.

"Es que perdí mi cuaderno, tenía todos mis dibujos y no sé dónde buscarlo" - respondió ella, con lágrimas en los ojos.

"Bueno, averiguá. Seguro aparece" - dijo Lucas, dando media vuelta para regresar a jugar.

Días pasaron y Lucas continuó ignorando las necesidades de los demás. Hasta que una tarde, mientras iba hacia la escuela, se dio cuenta de que no tenía su mochila. La había dejado en un banco del parque, y ahora no sabía dónde estaba.

"¿Alguien ha visto mi mochila?" - preguntó Lucas, con un tono bastante apurado.

Sus amigos lo miraron y se encogieron de hombros. Nadie parecía interesado.

"Tal vez deberías haber prestado más atención a lo que dejabas atrás" - dijo Martín, un amigo al que siempre había ignorado.

Lucas sintió un nudo en la garganta. Se dio cuenta de que había sido descuidado y que, por esa razón, había perdido su mochila. Pasaron las horas y buscó en todas partes, pero sin éxito. Comenzó a sentir la soledad apoderándose de él.

Más tarde, se sentó en un banco del parque, abatido. Fue entonces cuando escuchó una voz familiar. Era Sofía.

"Hola, Lucas. ¿Por qué estás tan triste?" - le preguntó, acercándose.

Lucas le contó lo sucedido, y aunque se sentía un poco avergonzado, decidió abrirse.

"He buscado por todos lados, y no puedo encontrar mi mochila. Además, sin ella, no puedo ir a la escuela." - dijo, con los ojos vidriosos.

"Lo siento mucho, pero yo no he visto nada" - respondió Sofía, y aunque le dolía, ya no llevaba el rencor por su anterior indiferencia.

Esa noche, mientras Lucas intentaba dormir, se dio cuenta de que había estado solo todo el tiempo. Ninguno de sus amigos estaba dispuesto a ayudarlo porque nunca había estado dispuesto a ayudarlos. Entonces se levantó de la cama y se sentó a reflexionar.

Decidió que había llegado el momento de cambiar. Al día siguiente, fue a la escuela y se acercó a Sofía.

"Hola, Sofía. Me gustaría ayudarte a buscar tu cuaderno" - le dijo con sinceridad.

"¿De verdad, Lucas?" - preguntó sorprendente.

"Sí. Creo que es importante ayudar a los demás. A veces, el ser egoísta no trae buenos resultados" - contestó Lucas, mientras miraba al suelo, un poco avergonzado por su antiguo comportamiento.

Juntos, comenzaron a buscar el cuaderno. Visitaron todos los rincones del patio escolar y finalmente, ¡lo encontraron! Sofía saltó de alegría y abrazó a Lucas.

"¡Gracias, Lucas! Nunca pensé que me ayudarías" - le dijo con una gran sonrisa.

En ese momento, Lucas sintió una calidez en su corazón. No solo había ayudado a Sofía, sino que también había ganado su amistad.

A partir de ese día, Lucas se propuso a ser más solidario y amigable con todos. Cada vez que sus compañeros necesitaban ayuda, él estaba ahí para apoyarlos. Organizó juegos y actividades para todos, y pronto se convirtió en el chico más querido del grupo.

Un día, mientras todos jugaban al aire libre, un nuevo niño llamado Joaquín llegó al pueblo. Era tímido y no se atrevía a unirse al juego. Lucas lo vio y recordó cómo se había sentido cuando nadie quería ayudarlo. Se acercó a Joaquín.

"¡Hola! ¿Querés jugar con nosotros?" - le preguntó con una gran sonrisa.

Joaquín miró con timidez y respondió:

"No sé si sé jugar bien..."

"No te preocupes. Lo más importante es divertirse y hacer amigos. Ven, te muestro cómo se juega" - le dijo Lucas.

Aquel día, Joaquín se unió al grupo y descubrió lo divertido que era jugar con nuevos amigos. Todos se reían y compartían momentos increíbles. Lucas se sintió feliz de ser parte de la alegría de otros, y nunca volvió a olvidarse de lo importante que es la amistad y la solidaridad.

Así fue como Lucas se transformó en un chico que no solo pensaba en sí mismo, sino que entendió el valor de ayudar y apoyar a los demás. Con el tiempo, aprendió que lo que damos vuelve a nosotros, creando un eco de amistad que siempre resonará en el pueblo de Sonrisas.

FIN.

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