El elefante aventurero



Había una vez un elefante llamado Ernesto que vivía en la selva. Ernesto era muy curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras.

Un día, mientras caminaba por el bosque, escuchó a unos animales hablar sobre la increíble pileta que había en el zoológico de la ciudad. Ernesto se emocionó al instante y decidió que quería ir a la pileta.

Pero había un problema: los elefantes no son bienvenidos en los zoológicos porque son demasiado grandes y podrían causar problemas. A pesar de eso, Ernesto no se rindió tan fácilmente. Decidió pedir ayuda a sus amigos del bosque para encontrar una solución. Primero fue a ver al mono Marcelo, quien era conocido por ser muy inteligente.

"Marcelo, necesito tu ayuda", dijo Ernesto con entusiasmo. "Claro, Ernesto. ¿En qué puedo ayudarte?", respondió Marcelo. "Quiero ir a la pileta del zoológico, pero no me dejan entrar porque soy un elefante".

Marcelo pensó por un momento y luego sugirió: "Podrías disfrazarte de otra cosa para pasar desapercibido". Ernesto lo miró con asombro y preguntó: "¿Cómo podría hacer eso?". "Podrías vestirte como una jirafa o un rinoceronte", propuso Marcelo.

Ernesto siguió su consejo y encontró unas ramas largas para ponerse en su espalda como si fueran cuernos de jirafa. También encontró algunas hojas grandes para pegarse en su frente imitando los pliegues de la piel de un rinoceronte.

Con su nuevo disfraz, Ernesto se dirigió al zoológico. Pero cuando llegó a la entrada, el guardia lo miró con sospecha y le preguntó: "¿Qué animal eres?". Ernesto pensó rápido y respondió: "Soy un elefante disfrazado de jirafa-rinoceronte".

El guardia se rió y dijo: "Buen intento, pero no puedes entrar". Ernesto estaba desanimado, pero no quería darse por vencido. Decidió buscar otra solución. Se fue a ver a la tortuga Tita, quien era conocida por ser muy sabia.

"Tita, necesito tu ayuda", susurró Ernesto en voz baja. "Dime qué te pasa", respondió Tita con calma. "Quiero ir a la pileta del zoológico, pero no me dejan entrar porque soy un elefante".

Tita reflexionó durante un rato y luego sugirió: "Podrías buscar una pileta diferente donde los animales sean bienvenidos". Ernesto se iluminó al instante y exclamó: "¡Eso es genial! ¿Sabes dónde puedo encontrar una?".

"En el bosque hay una cascada mágica que se convierte en una hermosa pileta para todos los animales", reveló Tita. Emocionado por esta nueva idea, Ernesto siguió las indicaciones de Tita hasta llegar a la cascada mágica. Cuando llegó allí, quedó maravillado por lo que vio.

La cascada se transformaba en una gran piscina llena de agua fresca y cristalina. Ernesto se lanzó al agua con alegría y empezó a chapotear. Pronto, otros animales del bosque se unieron a él. Había monos, tigres, jirafas e incluso algunos pájaros que volaban sobre la superficie del agua.

Desde ese día, Ernesto y sus amigos disfrutaron de la pileta mágica en el bosque siempre que querían refrescarse y divertirse juntos.

Ernesto aprendió que no siempre es necesario ir a lugares lejanos para encontrar lo que uno busca, sino que a veces las mejores soluciones están más cerca de lo que imaginamos.

Y así, con una sonrisa en su rostro, Ernesto demostró que no importa cuán grande o diferente seas, siempre hay un lugar donde puedes ser aceptado y disfrutar de la diversión junto a tus amigos.

FIN.

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