El Elefante Dormilón

Desde que era muy pequeño, el elefante Tito tenía una particularidad: le encantaba dormir. Mientras los demás animales del bosque corrían, jugaban y exploraban, Tito se acomodaba entre las hojas frescas de un gran árbol y se sumía en un profundo sueño.

Una mañana soleada, Tito se quedó dormido justo antes de que sus amigos, la jirafa Lila y el mono Nico, lo invitaran a la gran aventura del día.

"¡Tito, vamos a explorar el río!" - gritó Lila emocionada.

"¡Tito, no te quedes ahí durmiendo!" - añadió Nico mientras brincaba cerca del árbol.

Pero el elefante, en su mundo de sueños, no escuchaba nada. Sus amigos, frustrados pero comprensivos, decidieron irse sin él.

El día avanzó. Cuando Tito despertó, se dio cuenta que estaba solo.

"¿Dónde están mis amigos?" - se preguntó asustado.

Decidido a encontrarlos, Tito comenzó a caminar hacia el río. Pero, cada vez que escuchaba el murmullo del agua, sentía que se le cerraban los párpados y volvía a quedarse dormido. Así, se perdió en la selva, pasándose el día durmiendo un poco aquí y un poco allá.

Mientras tanto, Lila y Nico habían llegado al río, divirtiéndose entre juegos y risas. De repente, una mariposa brillante empezó a bailar por encima del agua.

"¡Mirá, Lila!" - exclamó Nico.

"Es hermosa. ¿Te imaginas si Tito estuviera aquí? ¡Le encantaría!" - contestó Lila melancólica.

Entonces, decidieron volver a buscar a su amigo. Al pasar por el camino, se encontraron con una tortuga llamada Tula.

"¿Han visto pasar al elefante Tito?" - preguntó Lila, preocupada.

"Sí, lo vi durmiendo bajo un árbol hace un rato. Pero..." - dijo Tula, haciendo una pausa, "...no se mueve mucho cuando está en esos sueños profundos."

"¡Debemos despertarlo!" - dijo Nico, con entusiasmo.

Así que juntos, fueron al lugar donde Tito había dormido. Pero no fue fácil despertarlo. Lila intentó llamarlo con su larga voz:

"¡Tito, despierta! ¡El río está lleno de aventuras!"

Pero Tito solo se movía un poco y seguía durmiendo profundamente. Entonces, Tula tuvo una idea.

"Voy a contarle un cuento, quizás eso le despierte los sueños..." - dijo la tortuga.

"¡Eso es!" - gritaron Lila y Nico.

Tula comenzó a narrar:

"Había una vez un gran elefante que soñaba con ser el rey de la selva. En su sueño, todos los animales venían a pedirle ayuda, pero él estaba tan dormido que no podía. Un día, el elefante se dio cuenta de que debía despertar para ayudar a su pueblo..."

Al escuchar la hermosa historia, Tito lentamente comenzó a abrir los ojos.

"¿Qué sucede?" - preguntó, con voz soñolienta.

"¡Tito! ¡Nos preocupaste! Queríamos que vinieras al río a jugar con nosotros!" - dijo Lila.

"Pero... dormía tan profundo que no escuché nada de ustedes."

Tito se sintió mal por haberse quedado dormido y por haberse perdido la diversión. Pero sus amigos solo querían que aprendiera una lección.

"Tito, el sueño es importante, pero también lo son las aventuras y pasar tiempo con amigos. ¿Lo entiendes?" - le dijo Nico.

Tito asintió con la cabeza. Desde aquel día, decidió que iba a aprender a levantarse un poco más temprano. Así, podría disfrutar de las maravillosas aventuras que la vida le ofrecía.

Juntos, los tres amigos fueron al río y pasaron un día increíble, nadando, saltando y riéndose sin parar. Tito, aunque un poco cansado, estaba feliz de haber aprendido a equilibrar su amor por dormir y su amor por la aventura.

De regreso en casa, mientras el sol se ponía, Tito miró a Lila y Nico.

"Gracias por venir a buscarme. Hoy fue el mejor día de todos. ¡No puedo esperar a contarles mis sueños de esta noche!"

Y así fue como Tito descubrió que en la vida hay momentos para el descanso, pero también para la aventura y los amigos. Desde ese día, el elefante dormilón nunca más se quedó dormido mientras sus amigos estaban listos para jugar.

"¡Aventuras siempre!" - dijo Lila.

"¡Sí, aventuras!" - gritó Nico.

"Y buenos sueños también!" - finalizó Tito, sonriendo.

Y los tres amigos compartieron un día perfecto entre risas, juegos y una amistad que se hacía más fuerte cada día.