El Elefante Ferretero



Había una vez, en una selva llena de colores y sonidos, un elefante llamado Elio. Elio era un elefante peculiar, no solo por su gran tamaño, sino porque tenía un gran talento para arreglar cosas. Siempre que un animal tenía un problema en su hogar, ya sea un nido roto o una cueva desmoronada, Elio se ofrecía a ayudar.

Una mañana, la gallina Clara se acercó a Elio muy preocupada.

"¡Elio, amigo! Mi gallinero se ha vuelto una casa de tormentos. La puerta no cierra y los rapaces vienen a asustarnos. ¿Podrías ayudarme?"

"¡Por supuesto, Clara! Vamos a resolverlo juntos. ¿Tienes algunas herramientas que podamos usar?"

La gallina, avergonzada, respondió:

"No tengo ninguna. Nunca pensé que las necesitara. Solo pensaba que los hombres de la casa las usarían."

A Elio le brillaron los ojos y tuvo una idea.

"¡Voy a buscar herramientas! Las conseguiré y te ayudaré a construir un gallinero a prueba de cualquier ave."

Dicho y hecho, Elio atraviesa la selva y llega a una tienda donde vende herramientas. Con un poco de dinero que había ahorrado, compra un martillo, clavos y madera.

"Soy el elefante más fuerte y sabio de la jungla. Podré arreglar cualquier cosa."

Regresa al gallinero y, con gran empeño, le enseña a Clara cómo construir y reparar. Con mucho trabajo y risas, logran hacer que el gallinero quede seguro y bonito. Clara estaba feliz y le dijo:

"¡Elio, eres un verdadero mago de la construcción!"

Poco a poco, la noticia del elefante arreglador se fue esparciendo. Animales de todos los rincones llegaban a pedir ayuda. Elio no solo arreglaba, sino que también enseñaba a los demás a ser autónomos.

"No necesitan depender siempre de mí. ¡Con un poco de esfuerzo y prácticas, ustedes también pueden hacerlo!"

Con el tiempo, Elio decidió abrir un pequeño local en la selva. Se llamaba "La Ferretería del Elefante". Los animales venían no solo a comprar herramientas, sino a aprender sobre bricolaje. Ahora no solo era conocido por sus reparaciones, sino también por ser el mejor maestro.

"Es hora de hacer el taller de puertas. ¿Quién quiere aprender?"

Sin embargo, no todo era fácil. Un día, un fuerte viento azotó la selva y se desató una tormenta. La rama de un árbol cayó y destruyó la tienda de Elio. Él, al ver su sueño desmoronarse, se sintió muy triste.

"¿Por qué a mí, que solo quiero ayudar a los demás?"

"No debes rendirte, Elio. Lo que construiste puede reponerse. Somos amigos y estamos aquí para apoyarte."

Era Clara, con todas las gallinas, y los demás animales que había ayudado. Decidieron unir fuerzas y ayudar a Elio a reconstruir su ferretería. Con maderas, hojas y sus habilidades, todos trabajaron juntos, y poco a poco, la ferretería fue tomando forma nuevamente.

"No sé qué haría sin ustedes", dijo Elio emocionado.

Así, Elio comprendió que contar con amigos es la mejor herramienta que uno puede tener. Cuando la ferretería volvió a abrir, ya no solo era un lugar para comprar, sino un espacio donde todos podían aprender y ayudar a otros, convirtiéndose en el taller más querido de la selva.

"¡Bienvenidos a la nueva y mejorada Ferretería del Elefante! Aquí, nadie se queda sin saber cómo se hace algo."

Y así, Elio, el elefante ferretero, no solo construyó casas, sino también una comunidad unida, donde cada animal tenía su lugar, su herramienta y la oportunidad de aprender y crecer juntos en la selva.

Todo con el corazón grande de un elefante y la fuerza de una verdadera amistad.

FIN.

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