El Elefante Honesto
En la hermosa selva de Zancada Verde, donde los árboles eran altísimos y los ríos brillaban como espejos, vivía un elefante llamado Edgar. A diferencia de los demás elefantes, que a menudo hacían travesuras, Edgar era conocido por ser el elefante más honesto de toda la selva. Su lema era: "La verdad siempre es el mejor camino".
Un día, los animales de la selva decidieron hacer una fiesta para celebrar la llegada de la primavera. Todos estaban emocionados, ya que era una oportunidad para bailar, jugar y compartir deliciosas comidas. Sin embargo, también había un gran problema. El león, que era el rey de la selva, les había advertido que debía haber un concurso de talentos, y el ganador recibiría un gran premio: un enorme montón de fruta tropical.
Los animales comenzaban a prepararse para el concurso. La ardilla planeaba presentar un truco acrobático, el loro cantar una hermosa canción y hasta la tortuga quería mostrar su rapidez. Pero Edgar no sabía qué presentar. Observando a los demás, se dio cuenta de que no tenía un talento especial, así que decidió que simplemente sería el jurado, porque siempre admiraba el esfuerzo de sus amigos.
El día del concurso llegó y la selva estaba llena de colores y risas. Edgar se colocó en su lugar de jurado, mientras los participantes mostraban sus habilidades. Tras cada presentación, Edgar aplaudía con todas sus fuerzas y les decía palabras de aliento.
"¡Qué habilidad! ¡Eres increíble!" - exclamó a la ardilla después de su actuación.
"Tu canción fue maravillosa, loro. ¡Me hiciste sentir mariposas en el estómago!" - añadió a su amigo pájaro.
Sin embargo, justo cuando estaba a punto de terminar el concurso, apareció un nuevo competidor: un zorro astuto llamado Ricardo. A pesar de que había llegado tarde, grabó un video de sus trucos en el teléfono de un amigo y lo presentó argumentando que él mismo había hecho todo. Los animales estaban impresionados con los trucos que aparecían en la pantalla, pero Edgar se dio cuenta de que algo no estaba bien.
"¡Un momento!" - interrumpió Edgar después de la presentación. "Este video no es tuyo. Te vimos llegar más tarde y no has practicado como los demás."
"¿Qué? No es cierto. Todo el mundo ama mi actuación. ¡Estoy seguro de que ganaré!" - replicó Ricardo, con una sonrisa arrogante.
"La verdad siempre es el mejor camino, Ricardo. No puedes engañar a tus amigos" - le contestó Edgar, mientras el resto de los animales murmuraba entre sí.
Al ver que muchos estaban comenzando a dudar de su honestidad, Ricardo decidió intentar convencer a los demás. "Si no le creen a Edgar, ¡pueden unirse a mí! Prometo que habrá más premios si ganamos juntos!" - sugirió el zorro.
Algunos animales comenzaron a titubear, pero Edgar se mantuvo firme. "Amigos, no necesitamos engaños. Cada uno de nosotros ha trabajado muy duro para estar aquí. La verdadera alegría está en el esfuerzo y la sinceridad. ¡Vayamos juntos!" - alzó la voz, con la esperanza de que sus amigos lo escucharan.
Finalmente, la tortuga, que siempre había sido tímida pero sabia, dio un paso adelante. "Es verdad, Edgar. La selva siempre ha valorado la honestidad. Si Ricardo no es honesto, entonces no debería ganar nada. La amistad y el esfuerzo son más importantes que un premio."
De repente, todos los animales comenzaron a murmurar afirmativamente. Ricardo se dio cuenta de que no podía ganar, y se sintió avergonzado. "Está bien, lo admito. Hice trampa, pero todos los demás son tan talentosos…" - dijo, y en ese momento cambió su actitud.
"Edgar, ¿me perdonas? A veces me dejé llevar por la envidia y la necesidad de ser mejor. Quiero aprender a hacer las cosas de manera justa y divertida como ustedes" - pidió el zorro, con sinceridad.
Edgar sonrió cálidamente. "Claro, Ricardo. Todos tenemos fuerzas y debilidades, lo importante es que aprendemos juntos. ¿Te gustaría practicar para un próximo concurso donde realmente puedes mostrar tu talento?"
"¡Sí! Me encantaría!" - respondió el zorro, con una gran sonrisa.
Finalmente, el jurado eligió a la ardilla como la ganadora, pero lo que todos recordaron fue la lección de honestidad de Edgar. La fiesta continuó con música, juegos y un nuevo espíritu de amistad.
Desde ese día, Ricardo reconoció el valor de la honestidad y, junto a Edgar, empezó a practicar para el siguiente concurso. Y así, en la selva de Zancada Verde, los animales aprendieron que ser genuino y honesto trae más alegría que cualquier premio.
El lema de Edgar se volvió famoso: "La verdad siempre es el camino más claro".
Y así, cada vez que había una fiesta o un concurso, todos los animales se aseguraban de ser fieles a sí mismos. ---
FIN.