El Elefante Mensajero y las Cartas de la Selva
En lo profundo de la selva, donde los árboles son tan altos que parecen tocar el cielo, vive un elefante llamado Eloy. Eloy no es un elefante cualquiera; él es el cartero oficial de toda la selva. Cada día, espera a que sus amigos animales le envíen sus cartas. Las cartas pueden ser de amor, de amistad o incluso para pedirle ayuda con las facturas que todos deben pagar por usar los recursos de la naturaleza.
Un día, Eloy se despertó con el sol brillando y se preparó para su jornada.
"¡Hoy va a ser un gran día!", exclamó mientras se ajustaba su gorra de cartero.
Al llegar a la gran palmera donde sus amigos animales se solían reunir, encontró a la guacamaya Ana con una carta en su pico.
"¡Eloy! ¡Esta carta es para Rocco el jaguar!", gritó Ana emocionada.
"¡Oh! ¿Es una carta de amor?", preguntó Eloy con una sonrisa.
"¡Sí! Rocco se enamoró de Lila, la cebra, y le escribió una hermosa carta", respondió Ana.
Eloy tomó la carta y se puso en marcha hacia donde Rocco solía descansar, cerca de un arroyo cristalino. Al llegar, lo encontró mirando las nubes.
"¡Rocco! Aquí tienes una carta muy especial", dijo Eloy al tiempo que le entrega la carta.
Rocco, emocionado, comenzó a leer la carta en voz alta:
"Querida Lila, cada día que paso sin verte es como un día sin sol. Me encantaría conocerte mejor...".
"¿Te gustaría que te ayudara a buscar a Lila?", preguntó Eloy, contagiado por el entusiasmo de Rocco.
"¡Sí! Pero no tengo idea de dónde está. La última vez la vi cerca del estanque de las flores", respondió Rocco.
De manera que Eloy y Rocco fueron en busca de Lila. Mientras tanto, muchos otros animales también tenían sus propias cartas que entregar y facturas por pagar. Eloy decidió dividirse, así que buscó ayuda.
"¡Luna!", llamó al murciélago, que estaba colgado de una rama.
"¿Podrías ayudarme a llevar estas cartas a la ardilla Sofía? Tiene que saber que debe pagar por las nueces que ha recolectado", le pidió Eloy.
"¡Claro!", respondió Luna sonriendo.
Y así, mientras Eloy continuaba su búsqueda de Lila con Rocco, Luna voló muy rápido llevando las cartas y facturas. Pero, por accidente, se encontró con un grupo de monos traviesos que jugueteaban. Uno de ellos, llamado Tito, decidió robarle la carta de Sofía.
"¡Detente, Tito! Esa carta no es para vos!", gritó Luna, tratando de recuperar la carta.
Los monos se hicieron los desentendidos y se pusieron a jugar a lanzarse la carta de un lado a otro. Luna decidió usar su ingenio:
"¡Si me devuelven la carta, les prometo que les llevaré un montón de bananas!", propuso.
Los monos, emocionados por la idea, se pusieron de acuerdo y devolvieron la carta. Luna, cumpliendo su promesa, llevó un montón de bananas a los monos traviesos, y así todos estuvieron felices.
Mientras tanto, Eloy y Rocco seguían buscando a Lila. Al llegar al estanque, la encontraron rodeada de flores.
"¡Lila!", gritó Rocco. Lila se dio vuelta y sonrió.
"¡Hola, Rocco! ¿Qué te trae por aquí?", preguntó.
"Traigo una carta de amor de mi parte. Quisiera invitarte a un paseo por la selva", dijo Rocco, algo tímido.
"¡Me encantaría!", respondió Lila.
Eloy sonrió, feliz de haber cumplido su misión y haber ayudado a formar una linda pareja.
Al finalizar el día, Eloy regresó a su hogar. Se sintió satisfecho al pensar en todas las cartas que había entregado y en las historias de amor que había ayudado a crear. Pero lo que más le llenó el corazón fue ver que en la selva Se ayudaban mutuamente.
"Recuerda, amigos", dijo Eloy mientras se despedia de todos. "El lo más importante es cuidar de nuestra selva, y así, seguir exaltando el amor y la amistad entre todos nosotros".
Y así, en la selva mágica, los animales siguieron enviándose cartas y formando lazos, mientras Eloy, el gran elefante mensajero, se aseguraba de que cada una de ellas llegara a su destino, porque en la selva, la comunicación y el amor eran tan importantes como el agua y el sol.
FIN.