El elefante que encontró su camino
Había una vez en la selva un elefante llamado Tronco. A simple vista, parecía igual a todos los demás elefantes: grande, gris y con una enorme trompa.
Sin embargo, por dentro, Tronco sentía que era diferente a los demás. Mientras los otros elefantes jugaban y se divertían en manada, Tronco prefería quedarse solo y observar el mundo que lo rodeaba. No entendía por qué no disfrutaba de las mismas cosas que sus amigos elefantes.
Se preguntaba constantemente si había algo malo en él. Un día, mientras caminaba cerca del río, Tronco vio a un grupo de monos saltando de árbol en árbol. Fascinado por su agilidad y destreza, decidió acercarse para verlos más de cerca.
"- ¡Hola! ¿Puedo jugar con ustedes?", preguntó emocionado Tronco. Los monos se miraron entre sí y comenzaron a reírse. "-¡Claro que no puedes jugar con nosotros! Eres demasiado grande y torpe", respondió uno de ellos burlándose.
Tronco sintió cómo su corazón se hundía aún más. Pensó que tal vez tenía razón: era diferente y eso le impediría ser aceptado o hacer cosas divertidas como los demás animales.
Desanimado, decidió alejarse del grupo de monos y seguir explorando la selva por su cuenta. Mientras caminaba triste bajo la sombra de los árboles altos, escuchó un sonido extraño proveniente detrás de unos arbustos.
Curioso como siempre, se acercó sigilosamente y descubrió que era un grupo de ardillas jugando y saltando de rama en rama. Sin pensarlo dos veces, Tronco se acercó a ellas con una sonrisa en su rostro. "- ¡Hola! ¿Puedo jugar con ustedes?", preguntó esperanzado Tronco. Las ardillas se detuvieron y lo miraron sorprendidas.
"-¡Claro que sí! Eres grande y fuerte, podrías ser muy útil para ayudarnos a alcanzar las nueces más altas", respondió una de ellas emocionada. Tronco no podía creerlo.
Por primera vez en mucho tiempo, alguien valoraba sus habilidades y lo aceptaba tal como era. Juntos, comenzaron a recolectar nueces de los árboles más altos, mientras reían y disfrutaban del día.
A medida que pasaba el tiempo, Tronco se dio cuenta de que su tamaño no era un obstáculo sino una ventaja. Ayudaba a los animales pequeños a llegar a lugares inaccesibles para ellos y protegía la selva con su fuerza imponente.
Un día, cuando regresaba al lugar donde solía encontrarse con los monos burlones, notó algo extraño: estaban atrapados en una red cazadora. Sin dudarlo ni un segundo, Tronco utilizó toda su fuerza para romper la red y liberar a los monos.
"-¡Gracias por salvarnos!", exclamaron los monos sorprendidos pero arrepentidos por cómo habían tratado antes a Tronco. Desde ese momento, todos los animales de la selva reconocieron el valor único que poseía Tronco. Aprendieron a aceptarlo tal como era y a valorar sus habilidades especiales.
Tronco se dio cuenta de que no importaba si era diferente, lo importante era encontrar su lugar en el mundo y compartir su bondad con los demás. Desde entonces, se convirtió en un líder respetado y querido por todos los animales de la selva.
Y así, Tronco descubrió que no hay nada de malo en ser diferente. Todos tenemos algo especial que ofrecer al mundo, solo necesitamos encontrarlo y creer en nosotros mismos.
FIN.