El Elefante que Quería Amigos
Había una vez un elefante llamado Eloy. Eloy era un elefantito muy simpático que vivía en una selva llena de árboles verdes y ríos cristalinos. Sin embargo, aunque a todos en la selva les gustaba Eloy, él se sentía un poco solitario. Su mayor deseo era tener muchos amigos con quienes jugar y compartir aventuras.
Un día, Eloy decidió que debía hacer algo al respecto. Se acercó a unas aves que cantaban en una rama.
"¡Hola! Soy Eloy. ¿Quieren jugar conmigo?" - preguntó emocionado.
Las aves, un poco asustadas por el tamaño de Eloy, le respondieron:
"¡Ay, no! Eres muy grande. Podrías lastimarnos sin querer."
Eloy se sintió un poco triste, pero no se dio por vencido. Siguió caminando y encontró un grupo de monos jugando entre los árboles.
"¡Hola, amigos! ¿Quieren jugar a esconderse?" - exclamó Eloy.
Los monos se miraron entre sí y luego dijeron:
"A nosotros nos encanta esconderse, pero tú eres muy grande y nunca podrías esconderte bien."
Esto hizo que Eloy se sintiera aún más triste. Pero entonces, un pequeño ratón llamado Rati se acercó a él.
"No te preocupes, amigo. Quizás podamos encontrar una forma de jugar juntos" - dijo Rati.
Eloy sonrió al escuchar esto. Juntos, comenzaron a pensar en formas de divertirse. Rati tuvo una idea brillante.
"¡Y si hacemos una carrera! Tú puedes correr por el sendero, y yo puedo hacer saltos entre las piedras. ¿Qué te parece?"
Eloy nunca había pensado que su tamaño podría ser una ventaja. Así que aceptó. La carrera fue un gran éxito y Eloy se dio cuenta de que no necesitaba encajar en los juegos de los demás, podía adaptarlos. Pronto otros animales se unieron a ellos y el pequeño ratón se convirtió en su mejor amigo.
Reviviendo esa jornada, el rumor de la divertida carrera se esparció por la selva. Eloy estaba tan feliz que decidió invitar a todos a otra competencia, pero esta vez quería hacer algo diferente.
"¡Vamos a construir el circuito más divertido de todos!" - exclamó Eloy.
Así fue como, con la ayuda de sus nuevos amigos: los monos, las aves y otros animales, comenzaron a crear un circuito con trampolines de hojas, túneles de cañas y resbaladillas de barro.
El día del evento, todos estaban emocionados. La selva estaba llena de risas:
"¡Eloy, eres increíble!" - gritaban los animales.
Y así, aquel elefante que antes se sentía solitario, ahora era el centro de atención, guiando a todos en juegos, risas y aventuras. Alojar la idea de que el tamaño no importa para compartir alegría era justo lo que necesitaba.
De esa manera, Eloy empezó a conocer realidades sobre sus amigos que jamás había imaginado. Aprendió que cada uno tenía sus habilidades y que juntos podían hacer más de lo que cada uno podía por sí solo.
Un día, mientras compartían cuentos a la sombra de un gran árbol,
"¿Saben qué?" - dijo Eloy, "No sólo se trata de tener amigos. Se trata de ser un buen amigo. Yo siempre quise tener muchos amigos, pero ahora sé que lo mejor es ser siempre yo mismo y disfrutar de cada momento juntos."
Con el tiempo, Eloy se dio cuenta de que no necesitaba tener un montón de amigos, sino unos pocos, pero buenos amigos, con quienes realmente disfrutaba. Y así, la selva se volvió un lugar lleno de camaradería y risas.
Desde entonces, Eloy nunca se sintió solo. La amistad que había forjado era más valiosa que cualquier aventura. Aprendió que la verdadera amistad no se trata solo de pasar tiempo juntos, sino de apoyarse mutuamente y ser siempre uno mismo.
FIN.