El Elefante que Rugió



Había una vez en la selva un grupo de leoncitos muy curiosos y juguetones. Se llamaban Yani y Ani, dos maestras leonas que se encargaban de enseñarles a los pequeños todo lo necesario para ser grandes leones.

Un día, mientras los leoncitos estaban jugando cerca del río, escucharon un fuerte rugido proveniente del bosque. Todos se asustaron y corrieron hacia donde estaban las seño Yani y Ani. "¿Qué pasó?" -preguntó uno de los leoncitos temblando de miedo.

"No te preocupes, fue solo el rugido de un elefante" -respondió la seño Yani tratando de tranquilizarlos. Pero ese rugido no era normal en la selva. Las seño Yani y Ani decidieron investigar qué estaba sucediendo.

Caminaron por el bosque siguiendo el sonido hasta que llegaron a una cueva escondida entre los árboles. Dentro encontraron a un pequeño elefante llamado Amor, quien tenía problemas para aprender a rugir como los demás elefantes.

Los demás animales del bosque no querían jugar con él porque pensaban que no era lo suficientemente fuerte o valiente como ellos. Las seño Yani y Ani sintieron mucha pena por Amor y decidieron ayudarlo.

Le enseñaron técnicas especiales para fortalecer sus cuerdas vocales y mejorar su rugido. Además, les explicaron a todos los animales del bosque que cada uno tiene habilidades únicas que deben ser valoradas. Con el tiempo, Amor empezó a rugir cada vez más fuerte y claro.

Los demás animales se sorprendieron al escucharlo y se dieron cuenta de que el tamaño o la fuerza no importaban tanto como ser amable y valiente.

Un día, cuando Amor ya era un elefante seguro de sí mismo, decidió organizar una gran fiesta en la selva para celebrar su logro. Invitó a todos los animales, incluyendo a los leoncitos, las seño Yani y Ani.

Durante la fiesta, Amor subió a una roca y rugió tan fuerte que resonó en toda la selva. Todos los animales aplaudieron emocionados por su valentía y determinación. "Gracias a las seño Yani y Ani aprendí que no importa lo que digan los demás, siempre puedo superarme" -dijo Amor con orgullo.

Las seño Yani y Ani sonrieron llenas de alegría al ver cómo habían ayudado a Amor a encontrar su voz interior. Sabían que habían cumplido su misión de enseñarles a los leoncitos el valor de ser amables y aceptarse tal como eran.

Desde aquel día, todos los animales de la selva vivieron en armonía y respeto mutuo. Aprendieron que el amor propio es fundamental para crecer y alcanzar sus sueños sin importar lo diferentes que sean entre ellos.

Y así, gracias al amor incondicional de las seño Yani y Ani, los leoncitos aprendieron importantes lecciones sobre la diversidad, la amistad verdadera y el valor personal.

Juntos formaron una gran familia en la selva donde reinaba el respeto hacia los demás y hacia sí mismos.

FIN.

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