El elefante solidario


En las extensas llanuras de África vivía un elefante muy especial. Era rojo, sí, ¡rojo como una sandía madura! Todos los animales de la selva lo conocían y lo admiraban por su color único y su amabilidad.

Un día, el elefante rojo decidió explorar más allá de las llanuras y se aventuró hacia una laguna cercana. Al acercarse al agua, vio a un cocodrilo que parecía necesitar ayuda.

"¿Hola, amigo cocodrilo? ¿Estás bien?", preguntó el elefante con voz amable. El cocodrilo levantó la cabeza con dificultad y respondió: "¡Oh, querido elefante! Me duele mucho la boca porque tengo un terrible dolor de muelas". El elefante rojo sintió compasión por el cocodrilo y decidió ayudarlo.

Con cuidado, agarró al cocodrilo con su trompa y lo llevó hasta la orilla de la laguna. Buscando en su memoria, recordó una receta especial que había escuchado sobre cómo aliviar el dolor de muelas. "Tranquilo amigo cocodrilo.

Voy a buscar unas hierbas especiales que podrían ayudarte", dijo el elefante mientras se adentraba en la vegetación cercana. Después de un rato buscando entre los árboles y arbustos, el elefante encontró las hierbas que necesitaba.

Las trituró con cuidado y preparó una pasta medicinal que entregó al cocodrilo para que se aplicara en sus encías. Días después, el dolor del cocodrilo había desaparecido por completo gracias a la ayuda del bondadoso elefante rojo.

El cocodrilo estaba tan agradecido que decidió invitar al elefante a dar un paseo por la laguna en señal de gratitud. Mientras navegaban juntos en aguas tranquilas, el sol poniente pintaba colores cálidos en el cielo africano.

El elefante rojo se sentía feliz de haber podido ayudar a su nuevo amigo y ambos compartieron risas y anécdotas durante toda la travesía. Al llegar a tierra firme, el cocodrilo dijo emocionado: "¡Gracias infinitas por tu generosidad, querido elefante! Eres verdaderamente único y especial".

El elefante sonrió ampliamente y respondió: "Todos podemos ser especiales si elegimos hacer cosas buenas por los demás". Y así, entre risas y conversaciones amigables, el elefante rojo y el cocodrilo forjaron una amistad eterna basada en la solidaridad y la empatía mutua.

Desde ese día en adelante siguieron explorando juntos las maravillas de África, demostrando que incluso las diferencias más evidentes pueden ser superadas con amor y bondad.

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