El Elefante Toto y su Muela Adolorida



Había una vez un elefante llamado Toto que vivía en las vastas llanuras de África. Era un elefante grande y fuerte, con una trompa larga y un corazón bondadoso. A Toto le encantaba pasar sus días explorando la selva y disfrutando de las frutas jugosas que crecían en los árboles.

Un día soleado, mientras saboreaba una deliciosa fruta, Toto sintió un dolor horrible en una de sus muelas.

"¡Ay, qué dolor!" - exclamó Toto, llevándose su trompa a la boca.

"¿Qué te pasa, Toto?" - preguntó su amiga la jirafa, Lila, que se acercó al oír el alboroto.

"Me duele mucho una muela. No puedo seguir comiendo ni disfrutar de mis frutas favoritas" - respondió Toto, con una expresión de preocupación.

Lila sabía que debía ayudar a su amigo, así que le dijo:

"¡Vamos a buscar a la tortuga sabia! Ella siempre tiene buenos consejos."

Así que juntos se dirigieron a donde vivía la tortuga. Al llegar, la tortuga los recibió con una sonrisa.

"Hola, Lila y Toto. ¿Qué les trae por aquí?" - preguntó la tortuga.

"Toto tiene un dolor de muela y no sabe qué hacer" - explicó Lila.

La tortuga acarició su caparazón y dijo:

"Es importante cuidar nuestros dientes, Toto. A veces, el dolor puede ser por una fruta dura o algo que se haya quedado atascado. Debes visitar al dentista del bosque. Él te podrá ayudar."

Toto se sintió preocupado.

"No me gusta la idea de ir al dentista… ¿Y si me hace doler más?" - dijo con miedo.

"No te preocupes, Toto. El dentista es muy amable y solo quiere ayudarte. Además, estoy segura de que dejará tu muela como nueva" - le animó Lila.

Finalmente, Toto decidió que tenía que ser valiente y seguir el consejo de la tortuga. Así que, junto a Lila, se dirigieron a la cueva del dentista del bosque, un búho llamado Don Pío.

Al llegar, el ambiente era tranquilo, y Don Pío los recibió con una sonrisa

"¡Hola, amigos! ¿En qué puedo ayudarles hoy?"

"Me duele una muela, Don Pío..." - dijo Toto, un poco nervioso.

"No te preocupes, Toto. Voy a revisar tu muela y ver qué sucede" - respondió el búho con dulzura.

Don Pío examinó la muela de Toto con calma y le dijo:

"Parece que tienes un pequeño trozo de fruta atascado. No es nada grave. Voy a ayudarte a sacarlo y estarás mucho mejor."

Con mucho cuidado y con palabras de aliento, Don Pío ayudó a Toto a sentirse más cómodo.

"Respira profundo, Toto. Todo va a salir bien" - dijo mientras trabajaba.

"¡Eso intento, pero no me gusta!" - respondió Toto, tratando de controlar su nerviosismo.

Finalmente, después de unos minutos, Toto sintió un gran alivio.

"¡Ya no me duele!" - exclamó feliz.

"Te lo dije, Toto, todo salió bien" - dijo Lila, orgullosa de su amigo.

"Gracias, Don Pío. Eres el mejor" - dijo Toto con una gran sonrisa.

"Recuerda siempre cuidar tus dientes y cepillarlos después de comer" - le aconsejó el búho.

"Lo haré, prometido. Ahora voy a disfrutar de una rica fruta sin miedo" - dijo Toto emocionado.

Desde aquel día, Toto nunca volvió a tener problemas con su muela. Aprendió la importancia de cuidar su higiene bucal y siempre recordaba ir al dentista regularmente. Junto a Lila y todos sus amigos, Toto disfrutaba de las frutas con alegría y se aseguraba de que cada bocado no causara dolor.

Y así, Toto, el elefante fuerte y bondadoso, vivió feliz en su hogar en África, aprendiendo que ser valiente y cuidar de sí mismo era lo mejor que podía hacer.

"¡Vamos a buscar más frutas!" - dijo Toto un día.

"¡Sí! pero primero, ¡cepillamos esos dientes!" - respondió Lila, sonriendo.

Desde entonces, Toto nunca olvidó cepillarse los dientes y visitaba a Don Pío regularmente. El dolor de muela le había enseñado una valiosa lección sobre la salud y la amistad.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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