El elefante y el ratón


Había una vez un pequeño ratón llamado Roque que siempre se preocupaba por encontrar comida suficiente para sobrevivir. Un día, mientras buscaba algo para comer entre los arbustos, se topó con un enorme elefante.

- ¡Hola! ¿Qué estás haciendo aquí? -preguntó el elefante amistosamente. - Estoy buscando algo de comida para mí y mi familia -respondió Roque tímidamente. - Ah, entiendo. Yo también estoy buscando algo para comer.

¿Quieres que busquemos juntos? Roque no podía creer su suerte: un amigo tan grande y fuerte como el elefante podría ayudarlo a encontrar más comida de la que nunca había imaginado. Así que aceptó la oferta del elefante sin dudar.

Juntos comenzaron a buscar en todos los lugares posibles en busca de frutas, nueces y semillas. El elefante levantó las ramas de los árboles más altos y Roque husmeó debajo de las piedras más grandes.

Pero después de horas caminando bajo el sol abrasador, ambos amigos aún no habían encontrado nada decente para comer. De repente, se escuchó un ruido extraño detrás de ellos. Era una serpiente gigantesca con ojos brillantes y una lengua larga como una cuerda.

- Hola amigos -dijo la serpiente con voz siniestra-. Veo que están teniendo problemas para encontrar comida por aquí... Tal vez yo pueda ayudarlos... Roque sintió miedo al instante pero el elefante no parecía impresionado por la aparición inesperada del reptil.

- ¿Cómo podrías ayudarnos? -preguntó el elefante con curiosidad. - Tengo un mapa secreto que muestra dónde se encuentra el mejor alimento de todo el bosque. Si me siguen, les mostraré el camino. Roque y el elefante intercambiaron una mirada incierta.

¿Podría esta serpiente realmente estar ofreciendo ayuda desinteresada o había algo más detrás de su oferta? Finalmente, decidieron seguir a la serpiente y ver adónde los llevaba su aventura.

Después de caminar por un tiempo, llegaron a una cueva oscura donde la serpiente les dijo que debían entrar para encontrar la comida que buscaban. El elefante fue primero, pero cuando Roque intentó seguirlo, la serpiente saltó frente a él y lo agarró con sus garras venenosas.

- ¡Ja ja ja! ¡Fui yo quien te trajo aquí para que pudiera comerte como cena! -dijo la serpiente malvadamente mientras se preparaba para atacar a Roque también.

Pero justo en ese momento, el elefante logró liberarse de las garras del reptil y aplastarlo contra la pared de roca. La serpiente murió al instante y Roque se sintió muy agradecido por haber tenido un amigo tan valiente e inteligente como su nuevo compañero elefante.

A partir de ese día, Roque aprendió que no siempre es fácil confiar en extraños en el bosque y que tener amigos fuertes puede ayudarte a superar incluso los obstáculos más grandes.

Y así vivieron felices para siempre explorando juntos los rincones más lejanos del bosque y compartiendo todas las aventuras que les aguardaban.

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