El elefantito y el tigre solidario
Orejitas era un elefantito muy curioso y aventurero. Siempre estaba explorando nuevos lugares y descubriendo cosas emocionantes en la selva y la sabana.
Pero un día, mientras jugaba con sus amigos elefantes, se distrajo y se separó de su mamá. - ¡Ay, no! ¿Dónde está mi mamá? -se preguntaba Orejitas con temor-. Estoy perdido en esta gran selva. El pequeño elefante comenzó a caminar sin rumbo fijo, tratando de encontrar el camino de regreso a su manada.
Pero mientras avanzaba, escuchó un ruido escalofriante detrás de unos arbustos. - Grrr... ¡Hola, Orejitas! -dijo una voz profunda. Era el señor tigre, acechándolo desde las sombras.
Orejitas sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al ver los afilados colmillos del tigre. - Oh no, señor tigre. Por favor, no me coma. Estoy perdido y tengo mucho miedo -suplicó Orejitas con voz temblorosa. El señor tigre se acercó lentamente al elefantito y lo miró con curiosidad.
- No te comeré, pequeño elefante. Aunque soy carnívoro, también tengo un corazón bondadoso -dijo el señor tigre sorprendiendo a Orejitas-. Sé lo que es estar asustado y solo en la jungla.
Orejitas se sintió aliviado por las palabras del tigre y decidió confiar en él. - ¿Puedes ayudarme a encontrar a mi mamá? Me perdí y no sé cómo volver con ella -le pidió Orejitas.
El señor tigre asintió y le explicó a Orejitas que para encontrar el camino de regreso, debían seguir las huellas de otros animales. Juntos, comenzaron a rastrear las pisadas en el suelo.
Mientras caminaban, se encontraron con la señora jirafa, quien les dijo haber visto a la manada de elefantes hacia el este. Luego, se toparon con un grupo de monos juguetones que les indicaron el camino correcto para llegar hasta allí. Orejitas estaba muy emocionado al saber que cada vez estaba más cerca de su mamá.
Agradeció al señor tigre por su ayuda y siguió corriendo hacia donde le habían indicado los monos. Finalmente, después de mucho esfuerzo y determinación, Orejitas llegó hasta su madre y la manada de elefantes.
Todos estaban muy preocupados por él y lo abrazaron con alegría cuando lo vieron regresar sano y salvo. - ¡Oh, mi pequeño Orejitas! ¡Estábamos tan preocupados! ¿Estás bien? -preguntó su mamá entre sollozos. - Sí, mamá.
Estoy bien gracias al señor tigre y todos los amigos que me ayudaron a encontrarte -respondió Orejitas sonriendo. A partir de ese día, Orejitas aprendió una valiosa lección sobre la importancia de prestar atención cuando estuviera explorando lugares nuevos.
También comprendió que en momentos difíciles siempre habría alguien dispuesto a ayudarlo si tenía el coraje de pedirlo. Y así, Orejitas continuó viviendo aventuras en la selva y la sabana, pero esta vez siempre se aseguraba de estar cerca de su mamá y nunca más volvió a perderse.
FIN.