El Elfo de Alejandra
Era una mágica mañana de diciembre. Alejandra, una niña de 2 años con cabello rubio y rizado, estaba muy emocionada por la llegada de la Navidad. Junto a su mamá y su papá, decoraba el árbol de Navidad con adornos brillantes y luces de colores. Mientras colgaba una estrella dorada, se detuvo un momento y miró a su alrededor.
"+Mami, ¿cómo sabe Santa Claus qué quiero de regalo?"- preguntó con curiosidad.
Su mamá sonrió y acarició su cabeza."Eso es un misterio, mi amor. Pero lo más importante es que Santa siempre escucha los deseos de los niños, ya sea a través de cartas o por la bondad en sus corazones".
Alejandra asintió, pero todavía tenía muchas preguntas. En su mente, el personaje de la Navidad se convirtió en un personaje mágico que conocía todos los secretos. Pero no era hasta que, unas semanas más tarde, recibió una carta que todo cambiaría.
Una mañana fría, al ir a buscar su desayuno, encontró un sobre brillante sobre la mesa. En la parte de atrás ponía con letras mayúsculas: "Para Alejandra". Ella abrió el sobre con sus manitas chiquitas y, para su sorpresa, era una carta de Santa Claus.
"+Mami, ¡es de Santa!"- gritó llena de alegría.
Su mamá se acercó y leyó junto a ella."Querida Alejandra, soy Santa Claus. Un elfo especial vendrá a visitarte pronto, y tendrás la tarea de ponerle un nombre y cuidarlo. Él vendrá a aprender sobre ti y tus buenos deseos. ¡Estoy emocionado de conocerte!".
Alejandra miró la carta con ojos brillantes y un enorme deseo llenó su corazón. Comenzó a pensar en el nombre que le daría a su elfo. Quería que fuera especial, como el elfo que venía a visitar.
Pasaron los días y a cada hora Alejandra pensaba en el nombre perfecto. Un día, mientras jugaba con su peluche de conejo, le dijo a su mamá."¡Lo tengo! Se llamará Brillo, porque él es un elfo brillante que viene a hacer magia en mi casa".
Su mamá asentía con una gran sonrisa."Me encanta, Alejandra. Brillo será un nombre muy alegre".
Finalmente, el día de la visita de Brillo llegó. ¡Era el 24 de diciembre! La casa estaba decorada y el aire llenaba de risas y canciones navideñas. De repente, un suave tintineo se escuchó en la sala de estar. Alejandra corrió emocionada y allí estaba Brillo, un pequeño elfo con un abrigo verde y un gorro puntiagudo que brillaba como las estrellas.
"+Hola, Alejandra!"- dijo Brillo con una voz chispeante.
Alejandra estaba fascinada."+¡Hola, Brillo! Soy Alejandra y te estuve esperando. ¡Nadie cree que existe un elfo de verdad!".
"Bueno, aquí estoy, y vengo a ver qué tan buena niñita eres. Pero más que eso, quiero que me cuentes cuáles son tus deseos de Navidad"- respondió Brillo mientras daba vueltas con alegría.
Alejandra reflexionó un momento. Recordó todos los buenos momentos que había pasado, como compartir con su familia y ayudar a su mamá a hacer galletas. Pero, en lo profundo de su corazón, había un deseo especial.
"¡Quiero que todos mis amigos tengan un regalo!"- dijo con determinación."Porque más que juguetes, ellos merecen amor y alegría".
Brillo se sorprendió y sus ojos destellaron."¡Qué hermoso deseo! La verdadera magia de la Navidad está en hacer felices a los demás. ¿Cómo crees que podemos hacerlo juntos?".
Alejandra pensó en su respuesta."Podemos hacer una fiesta y regalarles lo que ellos deseen".
Brillo aplaudió emocionado."¡Esa es una idea fantástica! ¡Nosotros, los elfos, podemos ayudar a que ese deseo se haga realidad!".
Así que tras muchos planes y preparación, Alejandra y Brillo organizaron una fiesta navideña para todos sus amigos. Decoraron un lugar especial, adornaron con cintas y luces, y prepararon galletas deliciosas. ¡Era un día lleno de alegría!
Finalmente, al llegar el 25 de diciembre, todos los amigos de Alejandra llegaron a la fiesta. Rieron, jugaron y compartieron regalos. La sonrisa de cada uno iluminaba el lugar, y Alejandra sintió un gran calor en su corazón.
"Brillo, mirá cómo todos están felices"- dijo emocionada.
Brillo asintió, con los ojos brillantes."Esto es lo que realmente importa, Alejandra. La generosidad, la amistad y el amor".
El elfo le dio un pequeño abrazo y todos juntos celebraron la Navidad. Mientras la fiesta continuaba, Brillo le dijo a Alejandra:
"Gracias por ser una niña tan especial. Nunca olvides que la magia la creas tú, con tus acciones y tus buenos deseos".
Y así, esa Navidad no solo fue un momento para recibir, sino también para dar. Alejandra aprendió que el verdadero espíritu de la Navidad está en hacer felices a los demás y que la magia siempre está presente, cuando la compartimos con amor. Brillo, su elfo querido, regresó a la Navidad del próximo año, prometiendo que las buenas acciones siempre mantienen viva la magia.
Y así, cada diciembre, Alejandra sigue recordando la importancia de compartir y ser generosa, llenando su hogar de risas y amor.
FIN.