El elfo que cambió su travesura por sabiduría
Había una vez un pequeño elfo llamado Nicolás que vivía en el bosque mágico de Petrolandia. Aunque era travieso, tenía un gran corazón y siempre buscaba formas de divertirse sin hacer daño a nadie.
Un día, mientras exploraba el bosque, Nicolás se encontró con un libro antiguo que hablaba sobre la importancia de la educación y el respeto hacia los demás.
Al leerlo, se dio cuenta de que sus travesuras podrían afectar negativamente a los niños del colegio Inmaculada en Petrol. Decidido a cambiar su actitud y ayudar en lugar de molestar, Nicolás decidió visitar el colegio para disculparse y encontrar una forma de enmendar sus errores.
Se coló por la ventana del salón de clases de primer grado y se escondió detrás del escritorio. En ese momento, llegaron los niños al aula junto con su maestra, la señorita Ana. Todos estaban emocionados por comenzar las clases y aprender cosas nuevas.
Nicolás escuchaba atentamente mientras la señorita Ana les explicaba sobre las vocales y cómo formar palabras con ellas. Pero no pudo evitar sentirse tentado a hacer alguna travesura. Sin embargo, recordando lo que había aprendido del libro mágico, decidió resistir esa tentación.
De repente, uno de los niños llamado Lucas notó algo extraño debajo del escritorio. "¡Miren! ¡Hay un duende escondido!", exclamó Lucas emocionado. La señorita Ana se acercó al escritorio y vio al pequeño elfo asustado pero arrepentido.
"¿Qué estás haciendo aquí, Nicolás?", preguntó la maestra. Nicolás salió tímidamente de su escondite y confesó: "Lo siento mucho, señorita Ana.
Vine a hacer travesuras, pero me di cuenta de lo importante que es la educación y cómo mis acciones pueden afectar a los demás". La señorita Ana sonrió comprensiva y le dijo: "Nicolás, todos cometemos errores, pero lo más importante es aprender de ellos y buscar formas de enmendarlos.
¿Por qué no te quedas con nosotros y nos ayudas a aprender?"El elfo asintió emocionado y se convirtió en el ayudante especial del salón.
Ayudaba a los niños con sus tareas, les contaba historias mágicas durante el recreo e incluso les enseñaba juegos divertidos para reforzar lo que aprendían en clase. Poco a poco, Nicolás se ganó el cariño de todos los niños y la admiración de la señorita Ana. Juntos crearon un ambiente lleno de alegría y aprendizaje en el colegio Inmaculada.
Cuando llegó el final del año escolar, los padres organizaron una fiesta sorpresa para agradecerle al pequeño elfo por su ayuda invaluable. Todos reconocieron su valentía al admitir sus errores y su dedicación para cambiar.
Desde ese día, Nicolás siguió visitando el colegio Inmaculada todos los años para recordarles a los niños la importancia del respeto mutuo y cómo cada uno puede marcar una diferencia positiva en la vida de los demás.
Y así fue como un pequeño elfo travieso se convirtió en un gran ejemplo de superación y amistad para todos los niños del colegio Inmaculada. Fin.
FIN.