El Elfo y Su Carta Mágica
En el Taller de Santa, en el Polo Norte, todos los elfos trabajaban con gran alegría construyendo juguetes. Entre ellos estaba un elfo llamado Tinko, que era pequeño y rápido, pero también un poco triste. Cada año, durante el mes de diciembre, veía cómo los otros elfos escribían cartas a Santa para pedir lo que querían. Sin embargo, Tinko nunca tenía tiempo para hacer lo mismo. Se pasaba el año entero en el taller, construyendo los mejores juguetes para los niños del mundo.
Una tarde, mientras todos los elfos hacían una pausa para tomar chocolate caliente, Tinko se sentó solo en una esquina del taller. Miraba por la ventana cómo caía la nieve, pensando en sus amigos que disfrutaban de la Navidad en sus casas, sin preocuparse por los juguetes.
"Me gustaría tener algo para mí, una cartita escrita por mí mismo", susurró Tinko, mientras suspiraba.
Unos días después, Santa Claus decidió hacer su ronda en el taller, como solía hacer cada año para ver cómo avanzaban los trabajos de los elfos. Al pasar por el lado de Tinko, se dio cuenta de que no estaba riendo ni bromeando como los demás. Le preocupó la falta de alegría en el pequeño elfo.
"Tinko, querido, ¿qué te pasa? ¿Por qué no estás disfrutando de esta época tan mágica?", preguntó Santa con una voz amable y cálida.
"Oh, Santa...", respondió Tinko, con una voz apagada. "Siempre estoy tan ocupado haciendo juguetes para los niños, que nunca tengo tiempo para pensar en mí. Ni siquiera he escrito mi carta este año".
Santa, con una expresión comprensiva, se sentó junto a Tinko.
"Todos los elfos en mi taller deben sentirse valorados y felices. La Navidad no es solo para los niños, sino también para los que la hacen posible. Este año, haremos algo diferente".
Tinko sintió un pequeño destello de esperanza.
"¿Qué haremos, Santa?"
"Este año, vamos a tener un día especial solo para los elfos. Haremos una fiesta en la que cada uno podrá escribir su carta y pedir lo que deseen. No importa si es un juguete, una aventura o un día libre para hacer lo que más les guste. ¡Contá con ello!".
Tinko sintió cómo su corazón se llenaba de alegría. No solo tenía permiso para soñar, sino que también tendría la oportunidad de compartir su deseo con los demás. A partir de ese día, los elfos comenzaron a trabajar en sus proyectos, pero más emocionados. Todos esperaban la gran fiesta con ansias.
Cuando llegó el día, el taller se transformó en un lugar lleno de luces y color. Santa había preparado un festín de galletitas, jugos y dulces.
"¡Bienvenidos a la primera Fiesta de Cartas para Elfos!" exclamó Santa. "Es hora de divertirse y hacer sus cartas".
Tinko se sintió lleno de energía. Se puso a escribir su carta, donde pidió algo tan simple como un día entero de descanso para disfrutar de la nieve y hacer muñecos de nieve. Al terminar, miró a su alrededor y vio a otros elfos escribiendo cartas con sonrisas en sus rostros.
"Nunca pensé que todos se sentirían tan bien", dijo Tinko.
Después de una tarde mágica llena de risas, Santa recolectó las cartas con una promesa especial.
"Cada uno de vosotros merece sentir la magia de la Navidad. Por eso, en lugar de entregar solo juguetes a los niños, este año voy a hacer un día especial para todos ustedes, el Día de los Elfos".
Todos aplaudieron llenos de alegría. Santa se comprometió a organizar un día de juegos, sorpresas y diversión en su honor.
Y así, las navidades cambian para Tinko y todos los elfos. No solo entregarían regalos a los niños, sino que también podrían pedir lo que más soñaban y disfrutar de la magia de la Navidad.
Desde ese día, Tinko nunca volvió a sentirse triste. Aprendió que, para ser feliz, también es importante pensar en uno mismo. Las Navidades, después de todo, son para compartir la alegría, no solo con los demás, sino también con uno mismo. Y Tinko se convirtió en el elfo más feliz del Polo Norte, deseando que todos pudieran sentir esa magia especial en sus corazones.
FIN.