El Encanto de lo Sencillo



Había una vez un colegio muy especial llamado "Colegio de las Maravillas". En este lugar, los niños y niñas aprendían no solo matemáticas y ciencias, sino también magia.

Sí, así como lo lees, ¡magia! En el Colegio de las Maravillas había profesores muy sabios que enseñaban a los pequeños cómo usar su imaginación y creatividad para hacer cosas increíbles. Había clases de hechizos mágicos, transformaciones fantásticas y hasta vuelo en escobas.

Un día, llegó al colegio un nuevo estudiante llamado Tomás. Era un niño tímido y solitario que se sentía diferente a los demás. No tenía muchos amigos y siempre se preguntaba por qué no podía hacer las mismas cosas que los demás niños.

Cuando Tomás llegó a su primer día de clases en el Colegio de las Maravillas, quedó asombrado al ver a todos sus compañeros volando en escobas por los pasillos del colegio.

Se acercó tímidamente a uno de ellos llamado Martín y le preguntó:"¿Cómo hacen para volar? Yo nunca he podido hacerlo". Martín sonrió amablemente y le respondió:"No te preocupes, Tomás. Todos tenemos habilidades diferentes aquí en el colegio.

Algunos pueden volar, otros pueden transformarse en animales o incluso hacer aparecer objetos mágicos". Tomás sintió un poco de alivio al saber que no era el único con dificultades para realizar ciertas habilidades mágicas. Decidió perseverar e intentarlo una vez más.

Durante las siguientes semanas, Tomás practicó incansablemente en las clases de hechizos mágicos. Aunque al principio no le salían tan bien como a los demás, poco a poco fue mejorando gracias a su esfuerzo y determinación.

Un día, el profesor de hechizos mágicos les propuso un desafío: debían encontrar la llave que abriría una puerta encantada en el patio del colegio. La puerta llevaba a un mundo lleno de aventuras y sorpresas. Todos los estudiantes se pusieron manos a la obra para encontrar la llave.

Tomás, aunque aún no dominaba completamente los hechizos, decidió participar también. Después de mucho buscar y probar diferentes hechizos, Tomás encontró una pequeña llave brillante debajo de un árbol.

Corrió emocionado hacia la puerta encantada y la abrió con temblorosas manos. Detrás de esa puerta había un jardín maravilloso lleno de flores multicolores y animales parlantes. Todos los estudiantes del Colegio de las Maravillas entraron al jardín con asombro y alegría.

Allí descubrieron que cada uno tenía una habilidad especial única. Algunos podían hablar con los animales, otros podían hacer crecer plantas gigantes e incluso algunos tenían el poder de curar heridas con solo tocarlas.

Tomás se sintió feliz al darse cuenta de que él también tenía una habilidad especial: podía ver lo bello en las cosas más simples. Tenía un don para apreciar la magia en cada detalle del mundo que lo rodeaba.

A partir de ese día, Tomás dejó atrás su timidez y se convirtió en un niño valiente que compartía su habilidad especial con los demás. Ayudaba a sus compañeros a ver la belleza de las cosas simples y les enseñaba a apreciar cada momento mágico que vivían.

El Colegio de las Maravillas se convirtió en un lugar donde todos aprendían no solo magia, sino también el valor del esfuerzo, la perseverancia y la importancia de ser uno mismo.

Y así, Tomás descubrió que no importa cuán diferentes nos sintamos, siempre hay algo especial dentro de nosotros esperando ser descubierto. Solo necesitamos creer en nosotros mismos y nunca dejar de buscar nuestra propia magia interior.

FIN.

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