El encanto de ser tú misma



Elena era una niña alegre y curiosa, pero siempre que se miraba al espejo encontraba algo en su apariencia que no le gustaba.

Se enfocaba en sus dientes un poco torcidos, su nariz un tanto grande y sus pecas que parecían estar por todas partes. Un día, mientras caminaba por el parque con su mejor amiga Sofía, esta notó la tristeza en los ojos de Elena. "¿Qué te pasa, Elena? Pareces preocupada", preguntó Sofía.

"Es solo que no me siento bien con mi aspecto. Si tan solo pudiera ser como las chicas de la tele o las modelos de revista... ", respondió Elena con tristeza.

Sofía abrazó a su amiga y le dijo: "Elena, eres única y hermosa tal como eres. No necesitas parecerte a nadie más para ser especial". Esa noche, Elena tuvo un sueño extraño. Soñó que un hada madrina aparecía frente a ella en el espejo del baño. "Hola, Elena.

Soy tu hada madrina de la autoestima", dijo el hada con una sonrisa cálida. "¿Mi hada madrina de la autoestima? ¿Qué significa eso?", preguntó Elena sorprendida.

El hada explicó: "Significa que estoy aquí para recordarte lo increíblemente valiosa y hermosa que eres. Tienes cualidades únicas que te hacen especial, y tus —"defectos"  son parte de lo que te hace única". "Pero... ¿qué puedo hacer para sentirme mejor conmigo misma?", preguntó Elena con curiosidad.

El hada madrina sacó una varita mágica y tocó el espejo. De repente, este mostró imágenes de momentos felices junto a su familia y amigos, donde ella irradiaba alegría y amor.

"Tus verdaderos tesoros son tu bondad, tu inteligencia y tu capacidad para hacer reír a los demás. Eso es lo que realmente importa", dijo el hada sabiamente. Al despertar, Elena sintió una nueva confianza dentro de sí misma.

Decidió empezar a verse no solo con los ojos del exterior sino también con los del corazón. Comenzó a enfocarse en todo lo bueno que tenía en su vida: amigos cariñosos, padres amorosos e incluso sus pecas se volvieron parte de su encanto único.

Con el tiempo, Elena aprendió a valorarse tal como era y a aceptar sus —"imperfecciones"  como parte de su belleza interior. Ya no se comparaba con modelos perfectas ni deseaba ser otra persona; se sentía orgullosa de ser quien era realmente.

Y así fue como Elena descubrió que la verdadera belleza reside en la aceptación propia y en saber valorar cada faceta única que nos hace brillar como individuos especiales en este mundo lleno de diversidad.

FIN.

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