El encuentro con el duende del Amazonas



Jaime y Carlos vivían en una pequeña choza en la pampa del Amazonas junto a su madre. Un día, mientras jugaban, decidieron aventurarse en el espeso bosque que rodeaba su hogar. Emocionados, se adentraron entre los árboles, siguiendo el canto de los pájaros y el murmullo del río.

Pero mientras exploraban, el sol comenzó a esconderse y los hermanos se dieron cuenta de que estaban perdidos. Asustados, intentaron regresar, pero las sombras del anochecer les impedían encontrar su camino de vuelta.

—Jaime, ¿qué vamos a hacer? No reconozco nada de aquí —dijo Carlos, con temor en sus ojos.

—Tranquilo, hermanito, encontraremos una solución. Quizás podamos pedir ayuda a alguien —respondió Jaime, tratando de parecer valiente.

Decidieron seguir caminando, buscando desesperadamente una señal de ayuda. Fue entonces que, entre los árboles, divisaron una figura diminuta con una larga barba. Era un duende del Amazonas, con una sonrisa traviesa y unos ojos brillantes como luciérnagas.

—¡Hola, niños! Veo que están un poco perdidos —dijo el duende con voz amigable.

—Sí, señor duende. No sabemos cómo regresar a casa, ¿nos podría ayudar? —preguntó Jaime, con el corazón latiéndole fuerte.

El duende asintió y les explicó que conocía el bosque como la palma de su mano. Les propuso guiarlos de vuelta a su choza, pero a cambio necesitaba que cumplieran una condición.

—Les enseñaré un camino seguro, pero cada vez que salgan al bosque, deberán prometer cuidar y respetar la naturaleza. No tiren basura, no lastimen a los animales y protejan los árboles. ¿Aceptan mi trato? —preguntó el duende con seriedad.

Los hermanos asintieron emocionados y prometieron seguir las indicaciones del duende. Con una risa chispeante, el duende los condujo de regreso a su hogar, mostrándoles maravillas del bosque y contándoles historias fascinantes sobre la naturaleza.

Desde ese día, Jaime y Carlos se convirtieron en defensores del bosque, cuidando cada planta y cada criatura. Descubrieron que, a veces, los obstáculos nos llevan a encuentros inesperados que pueden cambiar nuestras vidas para mejor. Y todo gracias a la sabiduría de un pequeño duende del Amazonas.

FIN.

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