El encuentro con el forastero
Había una vez en un pequeño pueblo al pie de la montaña, donde todas las personas se conocían entre sí. Un día, mientras Tomás jugaba en el parque, sus ojos se encontraron con los de un forastero. Era un hombre con un sombrero y una mochila, que parecía tan curioso como misterioso.
Tomás se acercó tímidamente y le preguntó: -¿Eres de por aquí?
El forastero sonrió y respondió: -No, soy de un lugar muy lejano. Estoy recorriendo el mundo en busca de nuevas historias y aventuras.
Tomás quedó asombrado y emocionado ante la idea de viajar y conocer lugares nuevos. El forastero le contó cuentos fascinantes sobre sus viajes, despertando la curiosidad y la imaginación del pequeño.
Poco a poco, el forastero se convirtió en un amigo para Tomás, quien disfrutaba de sus entretenidas historias y sabias enseñanzas. El forastero le enseñó la importancia de la amistad, la valentía y la bondad, mientras recorrían juntos el pueblo y sus alrededores.
Sin embargo, un día el forastero anunció que debía seguir su camino hacia nuevos destinos. Tomás sintió tristeza, pero el forastero le dijo: -Recuerda, siempre llevarás contigo las historias y enseñanzas que compartimos. Y quién sabe, tal vez un día tú también serás un forastero en busca de nuevas aventuras.
Con el corazón lleno de gratitud, Tomás despidió al forastero, con la promesa de que nunca olvidaría las lecciones aprendidas. A partir de ese día, Tomás se convirtió en un niño más abierto, valiente y dispuesto a explorar el mundo que lo rodeaba, con la esperanza de un día convertirse en un gran aventurero.
Y así, la mirada de Tomás se encontró con la del forastero, pero lo que realmente encontró fue el inicio de un viaje hacia la valentía, la amistad y la sabiduría.
FIN.