El Encuentro de Arbol y Estrellas



En un hermoso bosque, lleno de árboles altos y verdes, vivía un gran y sabio Árbol llamado Olmo. Olmo tenía hojas brillantes que brillaban al sol y sus raíces profundas estaban conectadas a la tierra, lo que le permitía escuchar todo lo que sucedía a su alrededor. Cada día, los animales del bosque venían a contarle sus historias y a buscar su consejo.

Una noche, mientras la luna iluminaba el cielo, Olmo miró hacia arriba y vio las estrellas parpadeando. Se dio cuenta de que nunca había hablado con ellas. Curioso, decidió que quería conocerlas.

"¿Cómo llegaré hasta ustedes?" - pensó Olmo en voz alta.

Una joven estrella llamada Brilla que estaba un poco más cerca de la Tierra escuchó su deseo.

"¡Hola, Olmo!" - respondió Brilla con un destello.

"¿Tú puedes hablarme?" - exclamó Olmo sorprendido.

"Claro, siempre escucho tus historias desde aquí arriba. Pero tú no puedes venir hasta mí, porque los árboles no pueden volar" - continuó Brilla, riendo suavemente.

Olmo pensó durante un momento.

"Pero… ¿y si te cuento una historia sobre el bosque? Quizás eso te haga sentirte más cerca de mí."

Brilla se iluminó aún más al escuchar la sugerencia.

"¡Me encantaría! Cuéntame, cuéntame!"

Así que Olmo comenzó a narrar la historia del día en que una ardilla llamada Tico había hecho una carrera por el bosque con su mejor amigo, un conejo llamado Pipo.

"Han corrido tan rápido que levantaron montones de hojas en el aire, como si fueran un torbellino de colores" - dijo Olmo con entusiasmo.

Brilla, entusiasmada con la historia, comenzó a bailar en el cielo, iluminando cada rincón del mundo.

"Me encanta esa historia, Olmo. ¿Qué pasó después?" - preguntó Brilla, parpadeando de emoción.

"Bueno, después de la carrera, encontraron una bellota gigante y decidieron construir una casa en su interior. Todos los animales del bosque los ayudaron y pronto, ese lugar se convirtió en el hogar de muchos" - respondió Olmo.

Brilla se sintió inspirada.

"¡Eso es hermoso! ¡Creo que podría hacer algo parecido! Voy a buscar la estrella más pequeña de mi constelación y crear un espectáculo de luces para que los animales del bosque puedan disfrutarlo!"

"Eso sería maravilloso" - dijo Olmo emocionado.

Pero cuando Brilla regresó a su lugar en el cielo, se dio cuenta de que no sabía cómo hacer una buena exhibición de luces. Estaba nerviosa y comenzó a dudar de sí misma.

En ese momento, vio a otras estrellas practicar su propio espectáculo y se dio cuenta de que, aunque eran diferentes, eran todas hermosas.

"¡Yo también puedo brillar diferente!" - se dijo. Entonces, empezó a practicar con otras estrellas, aprendiendo de ellas.

Al día siguiente, Olmo despertó y vio a Brilla ensayando con otras estrellas.

"¿Vas a presentar tu espectáculo?" - le preguntó Olmo.

Brilla, con una chispa de confianza, le contestó:

"¡Sí! Gracias a las historias que compartí contigo, aprendí que no tengo que ser igual a las demás para brillar. Aprendí que soy única y eso me hace especial."

"¡Eso es cierto! Cadauno de nosotros tiene algo diferente que aportar al mundo" - dijo Olmo, orgulloso.

Así que llegó la noche, y los animales del bosque se reunieron debajo de Olmo para ver la mágica exhibición. Brilla, con su luz resplandeciente, comenzó a bailar en el cielo, creando figuras y colores que jamás habían visto.

Los animales estaban asombrados.

"¡Mirá, los fuegos artificiales de Brilla!" - gritó Tico, y todos comenzaron a aplaudir.

Oleadas de agradecimiento recorrieron el bosque y, por primera vez, se sintieron tan unidos como nunca.

"Gracias, Brilla" - dijo Olmo, lleno de alegría.

"Gracias a vos, Olmo, por inspirarme a ser quien soy" - respondió Brilla, iluminando el cielo de manera aún más brillante.

Desde esa noche, cada vez que los animales del bosque miraban al cielo, recordaban que cada uno tiene algo especial dentro de ellos, incluso un gran árbol y una pequeña estrella.

Y así, aunque Olmo no pudiera volar, se sintió más cercano a las estrellas que nunca.

Juntos, Olmo y Brilla supieron que las historias, la amistad y ser uno mismo son las verdaderas luces que iluminan el camino para todos.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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