El Encuentro de Juya y Puloui
En un pueblo costero donde el sonido de las olas se mezclaba con el canto de las gaviotas, vivía una joven llamada Juya, conocida por todos como 'Lluvia'. Juya tenía un carácter fuerte y era famosa por su risa contagiosa. Pero había un pequeño problema: a veces, al celebrar con amigos, se dejaba llevar por la alegría del momento y terminaba tomando un poco más de lo que debía.
Su pareja, Puloui, era una sirena que vivía en las profundas aguas del océano. Puloui tenía una voz melodiosa que podía tranquilizar a cualquiera, pero su naturaleza era diferente a la de Juya. Aunque amaba a Juya, no podía soportar cuando esta se pasaba de copas y se volvía temeraria. Un día, después de una de esas celebraciones, Puloui decidió que ya no podía seguir con esa vida.
"Juya, no puedo tolerar más estas situaciones. Siento miedo cada vez que te emborrachas. Necesito alejarme, por un tiempo al menos", dijo Puloui con una lágrima corriendo por su mejilla escamosa.
"Pero te amo, Puloui. No lo hago a propósito, sólo quiero disfrutar de la vida", respondió Juya, con un tono que buscaba desesperadamente que su amada cambiara de idea.
"Entiendo, pero necesito cuidar de mí misma. Las cosas están muy difíciles para mí".
El corazón de Juya se llenó de tristeza. Por más que quería que Puloui entendiera, sabía que era necesario hacer un cambio. Con el tiempo, se dio cuenta de que debía aprender a celebrar sin perder el control. Pero aunque trató de mejorar, se sentía sola y perdida, sin la voz de Puloui alegrando su vida.
Un día, mientras paseaba por la playa, Juya encontró una botella flotante en el mar. Dentro había un mensaje escrito con una tinta brillante: "Cuando el cielo llora, el mar sonríe. Encuentra un equilibrio y te volverás a encontrar".
"¿Qué significará esto?", se preguntó Juya mientras miraba el horizonte.
Inspirada por las palabras del mensaje, decidió que si quería volver a estar con Puloui, debía aprender a ser diferente. Se comprometió a practicar técnicas de relajación y a disfrutar de la compañía de sus amigos sin llenarse de copas. Con el tiempo, Juya se volvió más tranquila y pudo manejar sus celebraciones de manera más saludable.
Finalmente, el día del festival anual del pueblo llegó. Juya se llenó de nervios al saber que encontraría a Puloui allí. En el escenario principal había una actuación especial en la que Puloui iba a cantar.
Cuando las melodías empezaron a llenar el aire, Juya pudo escuchar esa voz que tanto anhelaba. Al terminar la actuación, todos aplaudieron y, en un momento, sus ojos se encontraron.
"Juya, ¡qué bien te ves! ¿Has cambiado?", preguntó Puloui, sonriendo por primera vez en mucho tiempo.
"Sí, me he dado cuenta de que puedo disfrutar sin perder el control. Y he aprendido a cuidarme más a mí misma y a quienes amo", respondió Juya, sintiendo que su corazón latía más rápido.
"Me alegra oír eso. Siempre he querido que seas feliz", dijo Puloui.
"Y tú también, Puloui. Valoro mucho lo que tenemos y quiero seguir aprendiendo. ¿Te gustaría intentarlo de nuevo?".
Puloui miró a Juya con ternura y asintió. A partir de ese día, decidieron trabajar juntas en su amor, creando un vínculo más fuerte y saludable. Aprendieron que se podía disfrutar de la vida sin dejar de ser responsables, y juntas comenzaron a organizar festivales en el pueblo, donde se incorporaron juegos, música y baile, todo en un ambiente de alegría y cuidado mutuo.
Así, Juya y Puloui no solo se volvieron una pareja más feliz, sino que se convirtieron en un ejemplo para todos en su comunidad sobre la importancia de cuidarse y encontrar el equilibrio en la vida. Y cada vez que caía una gota de lluvia, los habitantes del pueblo sonreían, sabiendo que eso significaba que el amor y la alegría nunca dejarían de florecer en sus corazones.
FIN.