El Encuentro de Lautaro y el Perrito
Una vez, Lautaro iba por la calle, disfrutando de un hermoso día soleado. De repente, escuchó un pequeño gemido que provenía de un callejón. Curioso, se acercó y, para su sorpresa, se encontró con un perrito muy chiquito. Estaba temblando de frío, su pancita sonaba del hambre, y sus grandes ojos marrones reflejaban miedo.
"¡Hola, pequeño!", dijo Lautaro agachándose para acercarse.
El perrito lo miró con desconfianza y movió su colita nervioso.
"No te voy a hacer daño. Estoy aquí para ayudarte", prometió Lautaro.
Lautaro recordó que su mamá siempre le decía que ayudar a los que están en problemas es lo correcto. Entonces, decidió llevar al perrito a su casa, donde podría estar a salvo y comer algo rico.
Mientras caminaban, Lautaro le habló al perrito para tranquilizarlo.
"Te prometo que aquí estarás bien y tendrás mucho amor. Te voy a llamar 'Nube' porque eres tan suave como una nube."
Nube al escucharlo, se movió un poco más cerca y le lamió la mano, como si entendiera que Lautaro tenía buenas intenciones.
Al llegar a casa, Lautaro le preparó un plato con comida y le trajo una manta. El perrito, con su estómago ruidoso, devoró la comida con ansias.
"¿Ves? No hay motivo para tener miedo. Aquí siempre tendrás comida y amor", le dijo Lautaro, mientras acariciaba su cabecita.
Después de comer, Lautaro decidió jugar un rato con Nube. Juntos corrieron por el jardín, lanzando una pelota que Lautaro había encontrado. Pero ocurrió algo inesperado: mientras jugaban, Nube comenzó a ladrar fuertemente, como si estuviera avisando sobre algo.
"¿Qué te pasa, Nube?" preguntó Lautaro, confundido.
Nube corrió hacia la entrada de la casa y un grupo de niños del barrio estaba mirando curioso. Lautaro salió a ver qué sucedía. Uno de los niños, Tomás, se acercó y dijo:
"¿Ese perrito es tuyo? ¡Parece muy lindo! Aunque, ¿no crees que debería estar en la calle?"
Lautaro explicó cómo había encontrado al pequeño perrito y cómo había decidido ayudarlo. Los demás niños comenzaron a acercarse, y la noticia se esparció rápidamente.
"¡Vamos a jugar todos juntos!" gritó una de las niñas, mientras invitaban a Nube a unirse.
Nube, que ya estaba más tranquilo, corrió a jugar con los chicos. Lautaro observó cómo todos se divertían y se sintió contento.
"¿Ves, Nube? No solo te ayudé, también te hiciste muchos amigos", dijo con una gran sonrisa.
A partir de ese día, Lautaro y Nube no solo formaron un hermoso lazo, sino que también se dieron cuenta de que pueden ayudar a otros. Juntos, empezaron a hacer campañas de recolección de comida y donaciones para otros perros de la calle, inspirando a más niños a cuidar y ayudar a los animales.
Un día, mientras jugaban en el parque, Nube ladró de nuevo, esta vez para avisar a un niño que se había perdido. Lautaro corrió y llevó al niño de vuelta a sus padres, sintiendo una gran satisfacción por haber hecho el bien.
"Eres un héroe, Nube", le dijo Lautaro, abrazándolo mientras todos lo aplaudían.
Y así, Lautaro aprendió que ayudar a otros no solo cambia su vida, también puede unir a la comunidad. Desde entonces, y cada vez que alguien veía un perrito necesitado, pensaban en Lautaro y su querido Nube, el perrito que encontró un hogar y muchas aventuras por vivir.
"Recuerda, siempre hay alguien a quien ayudar, ya sea humano o animal", decía Lautaro a sus amigos, mientras todos sonreían y jugaban con Nube.
Y así, el perrito, una vez asustado y solo, se convirtió en un valiente compañero y un símbolo de amistad, generosidad y amor en el barrio. ¡Fin!
FIN.