El Encuentro de Pato y Lila



Era un día soleado en la ciudad de Colorín, donde dos calles se cruzaban, formando un pequeño lugar en el que las flores crecían alegremente. En un extremo de la calle más ancha, corría Pato con una sonrisa de oreja a oreja. Había estado esperando este día durante mucho tiempo, pues iba a encontrarse con Lila, su mejor amiga desde la infancia.

Mientras tanto, del otro lado de la calle, venía Lila corriendo. Su cabello al viento y su corazón latiendo fuerte, sentía la emoción de ver a Pato después de tanto tiempo. Ambos habían planeado una sorpresa: organizar una carrera para ver quién podía correr más rápido.

"¡Pato, ahí voy!" - gritó Lila, acelerando su paso.

"¡Yo también estoy listo!" - respondió Pato, con una sonrisa desafiante.

Pero justo en el cruce de las dos calles, unas mariposas coloridas comenzaron a volar y los dos amigos se detuvieron de golpe.

"¡Mirá esas mariposas!" - exclamó Lila, maravillada.

"Son hermosas... Esperá, ¿tenemos tiempo para observarlas antes de correr?" - preguntó Pato, ansioso por disfrutar del momento.

"Claro que sí, Pato. A veces es bueno detenerse y apreciar la belleza a nuestro alrededor" - contestó Lila.

Los dos se sentaron en un banco de la plaza y comenzaron a observar a las mariposas danzarinas. Mientras miraban, Pato se dio cuenta de que había algo más en este encuentro que sólo una carrera; era la oportunidad de compartir momentos especiales con su amiga.

De pronto, un perrito pequeño apareció, moviendo su cola y ladrando alegremente. Se acercó a ellos y empezó a jugar.

"¡Mirá, tenemos un nuevo amigo!" - dijo Lila, riendo mientras el perrito intentaba alcanzar su sombra.

Ambos empezaron a jugar con el perrito, olvidando por un momento la carrera. Sin embargo, después de un rato, Pato recordó por qué estaban ahí.

"Lila, ¿creés que podamos seguir con la carrera?" - dijo Pato, aunque su voz sonaba un poco insegura.

"Claro, pero quizás deberíamos hacerlo de una manera diferente. ¿Qué tal si en vez de correr, caminamos y vamos charlando? Así podemos disfrutar del día, de las flores, y, tal vez, hasta del perrito también" - sugirió Lila.

Y así lo hicieron. Comenzaron a caminar lentamente, conversando de sus sueños y proyectos. Cada paso que daban no solo los acercaba al cruce de nuevas experiencias, sino que también crecía su amistad.

"Siempre pensé que ganar una carrera era lo más importante, pero ahora me doy cuenta de que disfrutar el tiempo con vos es lo que realmente cuenta" - confesó Pato, mirando a Lila con aprecio.

Pasaron horas en esa plaza, jugando con el perrito y disfrutando de su compañía. Se olvidaron por completo de la carrera.

Al caer el sol, Lila se levantó y le dijo a Pato:

"¡Hagamos algo especial antes de irnos!" - y, tomando un puñado de flores, las ató con una hoja larga.

"¿Qué estás haciendo?" - preguntó Pato, curioso.

"Son coronas de flores. Cada uno tendrá una, y así recordaremos este día como si fuera un gran triunfo" - explicó Lila, con una sonrisa.

Ambos se pusieron las coronas de flores en la cabeza y se miraron, riendo juntos. Commitieron que la verdadera victoria había sido la del compañerismo y la alegría compartida.

Y así, en el cruce de dos calles, no solo encontraron mariposas, sino también un vínculo más fuerte y hermoso por encima de cualquier carrera que pudieran haber imaginado. Al final, lo que verdaderamente importaba era disfrutar del momento y estar juntos.

Desde entonces, cada vez que se encontraban, recordaban el día de las mariposas, el perrito y su divertida caminata, siempre eligiendo disfrutar del camino en lugar de querer llegar rápidamente a la meta.

FIN.

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