El Encuentro de Sofía y Daniel
Había una vez, en un pequeño y colorido barrio, una niña llamada Sofía que tenía una imaginación desbordante. Un día, mientras caminaba hacia la escuela, se cruzó con un chico de ojos brillantes llamado Daniel. El encuentro fue breve, pero para Sofía, fue como si el tiempo se hubiera detenido.
Desde ese día, Sofía no pudo dejar de pensar en Daniel. Desde su color de pelo hasta la sonrisa que le había dado por un instante. Comenzó a dibujar corazones en su cuaderno y a inventar historias sobre ellos juntos, paseando por el parque y siendo los mejores amigos del mundo.
Han pasado varias semanas y un día Sofía decidió que era el momento de confesarle sus sentimientos a Daniel. Sin embargo, había un pequeño problema, ¡Daniel apenas la recordaba!
Aquel día, Sofía armó su valentía y se acercó a Daniel en el patio de la escuela.
"Hola, Daniel!" - dijo Sofía con una voz temblorosa. "¿Te acordás de mí?"
"Hola... ehh, ¿no?" - respondió Daniel con una sonrisa amigable, pero confundida.
"Nos conocimos una vez, en el parque... Fue un día soleado y estaba vestido de rojo..."
"Ah, sí, el parque... Creo que me acuerdo un poco, pero eso fue hace mucho, ¿no?"
Sofía sintió que su corazón se encogía.
"Daniel, quería decirte que... me gustas mucho. Yo.. estuve soñando contigo y creo que podríamos ser grandes amigos, o incluso más."
"Ay, qué lindo Sofía, pero no sé. Yo estoy ocupadísimo con los estudios y el fútbol. Además, no te conozco bien."
Con el corazón roto, Sofía se alejó corriendo, sintiendo que su mundo de fantasía se desvanecía. Pero la tristeza no la detuvo. En lugar de eso, decidió enfocarse en sí misma. Pensó que quizás debía conocer a Daniel de verdad, pero no solo como algo romántico, sino como una gran amistad {
"
".
Sofía empezó a unirse a los clubes de la escuela, se involucró en el equipo de teatro y en las actividades de deportes. Primero, no fue fácil y tuvo que esforzarse para sentirse cómoda en esas situaciones. Pero poco a poco, fue haciendo nuevos amigos, descubriendo su pasión por actuar, y cultivando su autoestima. Se dio cuenta de que había un mundo enorme fuera de su pequeño rincón y estaba dispuesto a explorarlo.
Un día, mientras se preparaba para una obra de teatro, Sofía se encontró con Daniel nuevamente en el pasillo. Esta vez, él la miró con curiosidad.
"Hola, Sofía! Te vi en el ensayo, ¡estás increíble!"
"Gracias, Daniel! Estoy tratando de divertirme. Aunque estuve muy nerviosa al principio."
"Yo solía actuar cuando era más chico. ¿Te gustaría que te ayude con algunas líneas?"
Sofía se sorprendió, pero se sintió emocionada.
"¡Me encantaría!" - respondió, asombrada.
Con el tiempo, Sofía y Daniel comenzaron a practicar juntos y a compartir historias, risas y momentos únicos. Sofía se dio cuenta de que Daniel era una persona maravillosa, pero lo más importante, aprendió a sentirse bien consigo misma.
Un día, mientras ensayaban, Daniel miró a Sofía y le dijo:
"Sabes, nunca entendí lo valiosa que podría ser la amistad hasta que te conocí. Creo que te doy las gracias por ayudarme a ver cosas de mí que no conocía."
"¡Gracias a vos también! Me alegra que seas parte de este viaje, por más que no hayamos comenzado como esperaba."
Ya no le importaba tanto que su primer encuentro no hubiera florecido como ella deseaba. Sofía estaba feliz por ser ella misma y disfrutar de los momentos de amistad sincera que estaban creando juntos.
Cada vez que veía a Daniel, se sentía más segura y divertida. Daniel le enseñaba que, a veces, las cosas no suceden como uno planea, pero eso no significa que no sean igualmente bellas.
Y así fue como Sofía aprendió la valiosa lección de que el amor puede tener muchas formas, y lo más importante era quererse a uno mismo y disfrutar del camino, sin importar el destino final.
Los dos se volvieron grandes amigos y, aunque nunca se convirtieron en más que eso, disfrutaron de su amistad a lo largo de los años.
Y así, Sofía y Daniel vivieron muchas aventuras, dándose cuenta de que la verdadera felicidad está en el corazón.
.
FIN.