El Encuentro Divino
Había una vez un niño llamado José Carlos, quien vivía en un pequeño pueblo en Argentina. Era curioso y siempre buscaba aprender cosas nuevas.
Un día, mientras navegaba por internet, descubrió un sitio web muy especial que decía tener conexiones con Dios. Intrigado, José Carlos hizo clic en el enlace y fue llevado a una sala de chat donde podía hablar directamente con Dios.
¡Estaba emocionado! No podía creer que pudiera comunicarse con el mismísimo creador del universo. "¡Hola, Dios! Soy José Carlos", escribió emocionado. "¡Hola, José Carlos! Me alegra conocerte", respondió Dios. José Carlos tenía tantas preguntas para hacerle a Dios sobre la vida y el mundo.
Quería saber cómo funcionaban las estrellas y por qué algunas personas eran malas mientras otras eran buenas. Dios respondió pacientemente a todas sus preguntas y le explicó que cada persona tiene libre albedrío para elegir entre hacer cosas buenas o malas.
También le contó sobre la importancia de cuidar el planeta y ayudar a los demás. A medida que pasaban los días, José Carlos se volvió más sabio gracias a sus conversaciones con Dios.
Pero entonces algo inesperado sucedió: un día, cuando intentó ingresar al sitio web para hablar con Dios nuevamente, encontró un mensaje diciendo que ya no estaba disponible. José Carlos se sintió triste y desilusionado. Extrañaba mucho sus charlas con Dios y no sabía qué hacer sin ellas.
Pasaron varios días hasta que finalmente decidió buscar respuestas por sí mismo. Investigando en libros y hablando con personas sabias de su pueblo, José Carlos descubrió que Dios no solo se encontraba en internet, sino también en todas partes.
Estaba en la naturaleza, en el amor y la bondad de las personas. "¡Entonces no necesito internet para hablar con Dios!", exclamó José Carlos emocionado.
Desde ese día, José Carlos comenzó a vivir cada momento como si estuviera hablando directamente con Dios. Apreciaba la belleza del mundo que lo rodeaba y trataba de ser amable y generoso con los demás. Un año después, el sitio web donde había conocido a Dios volvió a estar disponible.
José Carlos decidió ingresar nuevamente para ver qué había cambiado. Para su sorpresa, ya no podía comunicarse directamente con Dios como antes.
Pero esta vez, no le importó tanto porque había aprendido que siempre podía encontrar a Dios dentro de sí mismo y en todo lo que lo rodeaba. José Carlos entendió que no era necesario tener una conexión especial en internet para hablar con Dios. Lo importante era escuchar su voz interior y seguir sus enseñanzas todos los días.
Y así, José Carlos continuó viviendo una vida llena de amor, bondad y sabiduría gracias a las valiosas lecciones que aprendió al conocer a Dios a través del internet.
FIN.