El encuentro en el campo



Había una vez, en el hermoso campo argentino, dos personajes muy distintos que se conocieron en un día muy especial. Por un lado, estaba Don Bernardo, un hombre mayor y sabio, que vivía en el campo desde que tenía memoria. Conocía todos los secretos de la tierra y era respetado por todos en el pueblo. Por otro lado, estaba Martina, una joven curiosa y entusiasta, recién llegada a la zona, que no sabía mucho sobre la vida en el campo. El tiempo histórico en el que se desarrolla esta historia es durante la época de la llegada del ferrocarril a la región.

Un día, mientras Martina exploraba el campo, se perdió en medio del monte. Desesperada, comenzó a gritar pidiendo ayuda. Don Bernardo, que estaba cerca, escuchó los gritos y se acercó trotando con su sombrero de ala ancha y su sabiduría a cuestas. Al ver a Martina, le dijo con su voz calmada y pausada:

-¡Tranquila, jovencita! ¿Cómo has terminado perdida por aquí?

Martina, un poco asustada, le contó que se había perdido mientras exploraba el campo. Don Bernardo le ofreció su ayuda y juntos emprendieron el camino de regreso al pueblo. En el camino, Don Bernardo le fue hablando a Martina sobre las plantas y animales del campo, explicándole el nombre de cada uno y cómo eran útiles para la vida en el campo. Martina, sorprendida por tanta sabiduría, escuchaba atentamente y hacía preguntas sobre todo lo que le contaba.

Llegando al pueblo, Martina agradeció a Don Bernardo por su ayuda y le dijo que le gustaría aprender más sobre la vida en el campo. Don Bernardo, con una sonrisa, le propuso ser su maestro y enseñarle todo lo que sabía. A partir de ese día, Martina se convirtió en la alumna de Don Bernardo, aprendiendo sobre la naturaleza, la historia del campo y las tradiciones de la región. Juntos, vivieron muchas aventuras y se convirtieron en grandes amigos, compartiendo sus conocimientos y experiencias. El encuentro en el campo cambió la vida de Martina, quien encontró en Don Bernardo a un mentor y amigo para toda la vida.

Los dos personajes, a pesar de sus diferencias, aprendieron a valorar y respetar sus distintas formas de ver el mundo, enriqueciéndose mutuamente con sus conocimientos y experiencias. La llegada del ferrocarril a la región marcó el comienzo de una nueva etapa en la vida de Martina, llena de aprendizaje y amor por el campo, de la mano de su sabio maestro Don Bernardo.

FIN.

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