El Encuentro en las Montañas
- ¡Hola! - dijo el dragón con una voz melodiosa. - Soy Nube, el guardián de estas montañas. ¿Por qué estás tan perdido, amigo?
- Me llamo Lautaro - respondió el niño, sintiendo que su miedo se desvanecía un poco. - Vine a explorar, pero ahora no sé cómo volver a casa.
- No te preocupes, yo te ayudaré - sonrió Nube. - Pero antes, tengo una misión especial en mente. ¿Te gustaría acompañarme?
Curioso y emocionado, Lautaro asintió con entusiasmo. Nube le explicó que debía encontrar un cristal mágico que estaba escondido en la cima de la montaña, el cual traía alegría a todos los seres del lugar.
- Si encontramos el cristal, podré ayudarte a regresar a casa - prometió Nube. - Además, viviremos una aventura inolvidable.
Durante el camino, se encontraron con varios desafíos. Primero, un río caudaloso bloqueó su paso.
- ¡No podemos pasar! - exclamó Lautaro, preocupado.
- ¡Espera! - respondió Nube. - Yo puedo volar, pero necesitamos algo para que tú también puedas cruzar.
Nube ideó un plan. Con su aliento mágico, llenó unas hojas grandes de aire y las convirtió en un pequeño bote. Lautaro se subió y Nube lo llevó suavemente al otro lado.
Más adelante, se toparon con un bosque espeso lleno de sombras.
- ¡Es muy oscuro aquí! - murmurró Lautaro, temblando un poco.
- No temas, Lautaro - dijo Nube con confianza. - La oscuridad también tiene su belleza. A veces, solo necesita un poco de luz.
Nube extendió sus alas y comenzó a brillar, iluminando el camino. Lautaro se dio cuenta de que, aunque tenía miedo, podía encontrar la luz en medio de la oscuridad. Juntos, atravesaron el bosque y llegaron a la cima de la montaña.
Allí, en un claro rodeado de flores, encontraron el cristal mágico, que centelleaba como las estrellas.
- ¡Lo logramos! - gritó Lautaro, llameando desde la alegría. - Pero, ¿qué haremos con él?
- Este cristal compartirá su luz y alegría con todos los seres de la montaña - explicó Nube. - Y, por supuesto, cumpliré mi promesa de llevarte a casa.
Lautaro sonrió y, juntos, levantaron el cristal hacia el cielo. En ese momento, mil luces de colores comenzaron a danzar a su alrededor, llenando el aire de risas y alegría.
Con el cristal en mano, Nube voló con Lautaro sobre las montañas, y mientras se elevaban, el mundo abajo se transformaba. Cuando aterrizaron junto a la casa de Lautaro, el dragón dijo:
- A veces, perderse puede llevarte a lugares maravillosos. Nunca olvides la luz que llevas dentro.
- ¡Gracias, Nube! - respondió Lautaro, con la sonrisa aún iluminando su rostro. - No solo encontré el camino a casa, sino también un amigo.
Con un último gesto, Nube agitó su cola y ascendió nuevamente al cielo, dibujando un rastro de polvo brillante. Lautaro regresó a casa, no solo con la experiencia de una aventura inolvidable, sino también con un valioso aprendizaje sobre la amistad, la valentía y la importancia de no rendirse ante la adversidad. Prometió a Nube que siempre llevaría consigo la luz de su corazón, y que nunca dejaría de explorar, pero siempre con cuidado, y teniendo en cuenta el camino de regreso. Desde ese día, Lautaro se convirtió en un explorador cauteloso, siempre aprendiendo y compartiendo las historias de su mágico encuentro. Y así, su aventura no solo lo llevó a descubrir la montaña, sino también a descubrirse a sí mismo.
FIN.