El enfrentamiento de Cerdoman y Grangman
Había una vez, en un pueblo alejado, dos granjas muy diferentes. En la granja de barro vivía Cerdoman, un cerdo travieso que adoraba ensuciar todo a su alrededor. Un día decidió convertir a las personas del pueblo en zombis de barro, cubriéndolos de lodo y despojándolos de su alegría.
Cerdoman se deleitaba viendo cómo sus zombis de barro caminaban por las calles, babeando sin rumbo y dejando huellas de barro a su paso. El pueblo, que antes era un lugar lleno de risas y colores, ahora se veía gris y sombrío. Los habitantes empezaron a preguntar:
"¿Qué podemos hacer para volver a ser felices?"
Pero, lejos de esa devastación, en una granja de agua, vivía Grangman, un simpático ranito que siempre soñaba con un mundo limpio y tranquilo. Cuando escuchó el caos que Cerdoman había causado, decidió actuar.
"¡Debo hacer algo para ayudar a mis amigos del pueblo!" – exclamó Grangman mientras saltaba de un lado a otro de su granja. Con su amor por el agua, Grangman creó un ejército de adorables animales acuáticos: un pez brillante que dejaba todo limpio, una tortuga que podía mover grandes cantidades de barro con su caparazón, y una rana que podía nadar rápido y ayudar a quienes estaban atrapados en el barro.
"¡Vamos, amigos! Es hora de salvar a la ciudad!" – dijo Grangman mientras convocaba a su ejército. Todos los animales saltaron al agua, listos para hacer su magia.
Cuando llegaron a la ciudad, encontraron a Cerdoman riendo con sus zombis de barro. Los animales de agua se unieron para crear un plan.
"¡Trabajo en equipo!" – chasqueó la tortuga. – "Si limpiamos a las personas, podremos devolverles su alegría y enfrentarnos a Cerdoman juntos!"
Así, los animales comenzaron a rociar agua limpia a los zombis de barro. Uno a uno, los habitantes del pueblo recuperaban sus colores y sonrisas, dejando atrás el lodo que los había atrapado.
De repente, Cerdoman, viendo que su plan estaba fallando, intentó huir y esconderse, pero Grangman lo detuvo.
"Cerdoman, ¿por qué ensucias a todos? La diversión no está en crear desorden, sino en hacer sonreír a los demás!"
Cerdoman, confundido, respondió:
"Pero pensé que era divertido ver a todos así. No sabía que se sentían tan mal…"
Grangman, con una sonrisa, le dijo:
"Todo el mundo disfruta más de un lugar limpio y alegre. ¡Podemos trabajar juntos! Tú puedes ayudarme a cuidar el barro y yo te enseñaré a alegrar a los demás con agua."
Cerdoman reflexionó y decidió que quería ser parte de la alegría, así que hizo las paces y se unió a Grangman. Juntos, crearon un lugar donde la tierra y el agua coexistían en perfecta armonía.
Desde entonces, Cerdoman dejó de hacer travesuras y, junto a su nuevo amigo, convirtió la granja de barro en un hermoso jardín donde todos podían jugar y reír. El pueblo volvió a estar alegre y lleno de color.
Así, Cerdoman y Grangman aprendieron que cada uno tiene un lugar en el mundo, y que trabajando juntos, se puede lograr que todos sean felices.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.