El enfrentamiento del patio
En la escuela "Dios Es Amor", dos amigos de la secundaria, Lucas y Tomás, estaban por entrar a la clase de educación física. Ambos eran buenos en los deportes, pero tenían una rivalidad amistosa que a veces se salía de control.
Una tarde, después de una clase intensa, se encontraron en el patio.
"¡Te voy a ganar en el partido de mañana!" - dijo Lucas, con una sonrisa desafiante.
"¡Soñador! No sabes contra quién te estás enfrentando" - respondió Tomás, riendo.
La conversación se tornó más intensa y pronto ambos comenzaron a empujarse. Las palabras se convirtieron en gritos y, sin darse cuenta, empezaron a atraer la atención de los demás compañeros, quienes los rodeaban.
"¡Dejate de joder, Lucas! ¡No sos tan bueno como decís!" - gritó Tomás con furia.
"¡Y vos sos un amante de la derrota!" - replicó Lucas.
Los chicos, en medio de su pelea, no se dieron cuenta de que el profesor Ricardo, que siempre enseñaba sobre el valor del respeto y el buen trato, los estaba observando desde cerca.
"¡Basta! ¡¿Qué les pasa? !" - exclamó el profesor al acercarse.
Ambos se quedaron en silencio, mirando al profesor.
"¿Se dieron cuenta de cómo están hablando?" - preguntó Ricardo.
"Nosotros solo estábamos bromeando, profe" - contestó Lucas, intentando justificarse.
"Eso no parecen, amigos. El buen trato comienza con cómo nos dirigimos a los demás. En vez de competir así, ¿no pueden apoyarse mutuamente?" - explicó el profesor.
Lucas y Tomás se miraron con un poco de vergüenza.
"Pero él comenzó..." - intentó Lucas.
"No importa quién empezó. Lo que importa es que la pelea y los gritos no son la solución. ¿Qué pasaría si en vez de pelearse, se ayudaran a jugar mejor?" - dijo el profesor.
"Quizás así disfrutaríamos más del juego" - reflexionó Tomás.
"Exacto. Recuerden que cada vez que se pelean, no solo se hacen daño a ustedes, sino también a sus amigos que los ven pelear" - añadió Ricardo.
Finalmente, Lucas y Tomás se dieron la mano, insinuando que dejarían de lado su rivalidad para ser un buen equipo.
Al día siguiente, en el partido, ambos decidieron jugar juntos.
"¡Dale, pasamela!" - gritó Lucas cuando vio a Tomás frente al arco.
"¡Vamos, esto es un equipo!" - respondió él, quien no dudó en pasarle el balón.
El partido se llevó a cabo de manera increíble. Jugaron con alegría y el buen trato se sintió en cada pase y cada celebración. Al final, aunque no ganaron el partido, se sintieron como verdaderos campeones.
Después de la práctica, los chicos se sentaron a descansar y se miraron sonriendo.
"Che, me gusta esto de jugar juntos. Deberíamos hacerlo siempre" - dijo Tomás.
"Sí, además se siente bien ser amigos en vez de enemigos. ¡Gracias, profe!" - agregó Lucas.
Y así, en la escuela "Dios Es Amor", Lucas y Tomás aprendieron que el buen trato no solo mejora la relación con los demás, sino que también hace que la diversión sea mucho más grande. Desde ese día, cada vez que comenzaban a pelear, se miraban y recordaban lo que les enseñó el profesor Ricardo: "La verdadera victoria es la amistad y el respeto".
FIN.