El engaño del conejo y el lobo



Había una vez en el bosque un lobo hambriento que buscaba algo delicioso para comer. Mientras merodeaba entre los árboles, se topó con un astuto conejo.

- ¡Hey, conejo! ¿Qué haces por aquí? - preguntó el lobo con una sonrisa retorcida en su rostro.

El conejo, sabiendo que el lobo quería devorarlo, pensó rápidamente en una estrategia para escapar.

- Hola, lobo. Estoy buscando a mi amiga la liebre, pero no la encuentro en ningún lado. Tengo hambre y ella siempre sabe dónde encontrar la mejor comida. ¿Por qué no vienes conmigo a buscarla? - propuso el conejo con una sonrisa falsa. El lobo, cegado por el deseo de una suculenta cena, aceptó la propuesta y siguió al conejo por el bosque.

Mientras caminaban, el conejo inventaba excusas para retrasar al lobo. - ¡Espera, lobo! Creo que escuché a la liebre detrás de aquel arbusto. Voy a ver si es ella. No te muevas de ahí - decía el conejo una y otra vez, ganando tiempo para idear su gran plan.

Finalmente, el conejo llevó al lobo hacia una trampa que había preparado previamente. El lobo, emocionado por la idea de atrapar a la liebre, cayó en la trampa junto con el conejo. El astuto conejo pudo escapar rápidamente, dejando al lobo atrapado y avergonzado.

Desde entonces, el lobo aprendió que la astucia y el engaño no siempre conducen a lo que se desea. Y el conejo comprendió que la cooperación y la empatía son armas más poderosas que el engaño. Los dos, a pesar de sus diferencias, aprendieron a convivir en el bosque de manera pacífica y colaborativa.

FIN.

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