El engaño del lobo


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Risueña, una niña muy alegre y simpática llamada Caperucita Roja. Ella vivía con su abuelita en una casita al borde del bosque, donde siempre se escuchaban risas y canciones.

Un día, la mamá de Caperucita le dijo: "Cariño, tu abuelita no se siente bien. ¿Podrías llevarle esta cesta con comida para que se mejore?".

Caperucita asintió emocionada y partió hacia la casa de su abuelita con la cesta en mano. Mientras caminaba por el bosque, Caperucita cantaba alegremente y saludaba a todos los animales que encontraba. De repente, se cruzó con el lobo feroz que le preguntó: "¿A dónde vas tan contenta, Caperucita?".

"Voy a visitar a mi abuelita para llevarle comida porque no se siente bien", respondió ella sin sospechar las intenciones del lobo.

El lobo pensó rápidamente en un plan para llegar primero a la casa de la abuelita y así poder engañar a Caperucita. Corrió lo más rápido que pudo y llegó antes que ella. Una vez allí, golpeó suavemente la puerta y la abuelita le preguntó desde adentro: "¿Quién es?".

El lobo intentando imitar la voz de Caperucita respondió: "Soy yo, tu nieta querida. ¡Ábreme!". La inocente abuelita abrió la puerta creyendo que era su nieta y el lobo entró rápidamente disfrazado.

Se metió en la cama cubierto hasta las orejas con la manta esperando ansioso a Caperucita. Finalmente, llegó nuestra protagonista batiendo palmas y cantando una canción divertida. Al entrar en la habitación vio al lobo disfrazado de su abuelita y exclamó sorprendida: "¡Pero qué ojos tan grandes tienes!".

"Es para verte mejor", respondió el lobo tratando de mantener su farsa. "Y qué orejas tan grandes tienes", continuó Caperucita intrigada por los cambios en su supuesta abuela.

"Es para escucharte mejor", contestó nervioso el lobo sin saber cómo salir de esa situación comprometida. En ese momento, un grupo de cazadores pasaba cerca de la casa escuchando las risas provenientes del interior.

Decidieron entrar para ver qué estaba ocurriendo y al descubrir al astuto lobo disfrazado comenzaron a reírse sin parar. Los cazadores ayudaron a sacar al lobo de la casa mientras todos seguían riendo juntos por lo cómica que había sido aquella situación.

Desde entonces, el lobo aprendió que no debía engañar ni asustar a nadie y prometió ser más amable con los demás animales del bosque. Caperucita Roja compartió una gran cena junto a su verdadera abuela y los cazadores contándoles lo ocurrido entre carcajadas.

Desde ese día, todos recordaron aquella historia como un divertido malentendido que les enseñó importantes lecciones sobre sinceridad y amistad. Y así termina nuestra historia donde todos aprendieron algo nuevo ¡Qué risa! ¡Qué alegría! ¡Que vivan felices cada día!

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